El reto iniciado hace 15 años por la Red Innpulso para concienciar a todos los municipios españoles de la necesidad de abordar la innovación, como uno de los ejes esenciales para desarrollar las ciudades, sea cual sea su tamaño, ha logrado uno de los primeros objetivos, como es el pasar de las 100 Ciudades de la Ciencia y la Innovación; 112 municipios tienen este Diploma que, entre otras cosas, ayuda a mejorarlos y a darles visibilidad.
El reto que adquieren cada uno de estos municipios no es menor. Además de ayudar a ordenar la organización municipal con las posibilidades que da ahora la tecnología, crea un vínculo con todos y cada uno de sus habitantes, su entorno y sus empresas, desarrollando programas de reforma que, efectivamente, cambian los modos, pero también las posibilidades de futuro.
Esto no quiere decir que la totalidad de los municipios españoles estuvieran aislados por no tener los medios de comunicación y sus grados que ahora tenemos, pero si una buena parte de ellos probablemente no eran conscientes de que la ausencia de una serie de infraestructuras penalizaría gravemente a las posibilidades de sus habitantes.
Con esta filosofía nació la Red Innpulso y el hecho de que más de un centenar de ciudades de diferentes tamaños y población opten al reto de ser fiscalizados para cumplir con una serie de objetivos que les equiparan a ciudades que antes ya habían logrado un desarrollo mayor por diversas razones es un reto al que demasiados lo ven imposible.
Muchas de estas ciudades de la Red son grandes, más de 100.000 habitantes; otras medianas, que son las que tienen más de 20.000 habitantes y menos 100.000; y, otras pequeñas que son las que no superan los 20.000 habitantes. En todos los casos, la obtención de este diploma les exige un programa exhaustivo para poder obtener o renovar esta especie de premio que sirve, no solo para esgrimir unos objetivos y presupuestos determinados, sino también para cumplir lo que prometieron documentalmente y participar en las reuniones de la Red, que es una forma de de aprender y, como no, exponer las ventajas de determinadas acciones.
Por eso la fiscalización forma parte del proceso y es necesario, no para castigar a una ciudad si es que lo han hecho mal, sino porque las ventajas a las que pueden llegar necesitan de garantías. Hay ciudades que se retiran pero pasado un determinado plazo vuelven a presentarse, normalmente porque hay que prepararse para intentar obtener el Diploma dos años después –solo es un ejemplo- cuándo tengan claro nuevas programas que presentar, con la valoración económica que se pide.
En la última convocatoria alcanzaron el diploma 22 ciudades que, como se puede ver en la web de la Red, tienen características muy distintas. Que Genalguacil, haya logrado el diploma es lograr un reto importante para un municipio que no llega a 400 habitantes, que lo convierte en uno de los más pequeños de entre las 112 Ciudades de la Ciencia y la Innovación de la Red Innpulso.
Con esta población lo han logrado: Aller, Castropol, Mundaka, Santomera, Arteixo, Aspe, Castro Urdiales, Cieza, Galapagar, Granollers, Reus, La Rinconada, Vall D’uixo, Manises, Rota, Sant Joan Despi, Alcorcón, Bilbao, Burgos, Getafe y Manresa. Un ejemplo, por la diferencia de habitantes muy notoria pero que ayuda a mejorar a todos. Las experiencias de unos siempre sirven para otros, tema vital en lo que es el desarrollo colectivo del espíritu innovador, que es de lo que se trata.



