Mini ha ratificado su compromiso por la movilidad sostenible, no solo desde el punto de vista de la conducción sino también de la propia fabricación de sus modelos. "Queremos devolver a la ciudad todo lo que nos ha dado desde 1959", afirma Carlos Martínez, su director general. La fecha que menciona retrotrae al primer modelo de la marca –actualmente propiedad de BMW–, que por aquel entonces supuso una solución al problema del petróleo y el precio de la gasolina.
"Las ciudades deben convertirse en ecosistemas saludables. De ahí nuestro compromiso por la conducción eléctrica", asegura Martínez. En este sentido, Mini lleva cierta ventaja a sus principales competidores. En 2008 lanzó el Mini E, que mejoró en 2019 con su modelo 100% eléctrico. La marca ha adelantado que en 2024 renovará su flota y en 2030 todos sus modelos serán eléctricos. "Vamos a montar toda una revolución sostenible", anticipa Martínez.
Pero a Mini no solo le preocupan los coches. Su reciente acuerdo con el proyecto Gravity Wave ha extraído y reciclado hasta la fecha 2.000 kg de plásticos del Mediterráneo. Bajo la premisa de eliminar 1 kg de residuos y desechos plásticos en el Mar Mediterráneo por cada compra de un Mini, la firma confirma definitivamente que su camino estará marcado en torno a sostenibilidad. El objetivo es retirar 10.000 kg de plástico del fondo del mar.
Con la economía circular como ingrediente principal, la marca busca hacer un correcto uso de los materiales reciclados. El reto dentro de esta colaboración con Gravity Wave es transformar todos los desechos plásticos en material urbano que será cedido, posteriormente, a los diversos ayuntamientos. Al mismo tiempo, el 50% de los materiales en la fabricación de sus coches serán reciclados. "Nos hemos hecho veganos. Por ejemplo, no utilizaremos piel animal en los asientos. El objetivo es fabricar coches con materiales estrictamente necesarios", explica Martínez.
Un mar libre de plásticos
Solucionar uno de los mayores desafíos de la humanidad, la contaminación plástica de mares y océanos, es el objetivo de Gravity Wave, de economía circular y de concienciación medioambiental. El movimiento #Plasticfreeoceans es el eje en el que se basan sus acciones para limpiar los mares de plásticos, que luego se reciclan, transforman y revalorizan para darles una segunda vida.
Entre los logros más destacados de esta startup social destacan los más de 4.000 pescadores tradicionales involucrados en el proyecto, casi 100.000 kg retirados del mar Mediterráneo junto a empresas y particulares y en torno a 70 empresas involucradas en su misión de limpiar los mares –entre las que se encuentra Mini–. "Para resolver un problema hay que entenderlo y, afortunadamente, la sociedad cada vez está más concienciada con el medioambiente. Aunque queda muchísimo camino por recorrer", comenta Julen Rodríguez, CEO de Gravity Wave.
El modelo de negocio de la startup consiste en un 360º formado por la limpieza de plásticos, su transformación en mobiliario y el posterior uso social. Rodríguez destaca del acuerdo con Mini "su capacidad para abrir los ojos a muchas otras empresas importantes". Y es que, como señala el responsable, concienciar al mundo "no consiste solo en palabras bonitas; es el momento de que las empresas se mojen". Nunca mejor dicho.