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Cristina Mayor-Ruiz (IRB Barcelona): así serán los nuevos fármacos llamados a luchar contra el cáncer de páncreas

El grupo que dirige la investigadora es apoyado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC) para desarrollar el proyecto TrickE3, basado en una reciente tipología de fármacos: los degradadores monovalentes
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La Dra. Cristina Mayor-Ruiz. (Imagen: IRB Barcelona).

El Consejo Europeo de Investigación (ERC) anunciaba hace unos días la concesión de los proyectos ERC Starting Grants (subvenciones de inicio de carrera) a 397 jefes de laboratorio en toda Europa. Dos de ellos, la Dra. Cristina Mayor-Ruiz y el Dr. Alejo Rodríguez-Fraticelli, se incorporaron recientemente al IRB Barcelona para fundar allí sus laboratorios. Hablamos con la primera para conocer cómo afectará este impulso a TrickE3, el proyecto que lidera en el instituto catalán.

Pero antes vayamos un poco más atrás. La joven decidió dedicarse a la ciencia motivada por una curiosidad que la llevaba a preguntarse cosas como qué ocurre dentro de nuestras células. “¿Si todo ese entramado molecular deja de funcionar como un reloj, por qué aparecen enfermedades como el cáncer?” Para responderlas, Mayor-Ruiz estudió Biotecnología e hizo su PhD en el CNIO, de la mano de Óscar Fernández-Capetillo. “Que fuera mi director de tesis es lo mejor que me ha pasado. Mi amor por la ciencia también se lo debo a él”, apunta la investigadora sobre el que considera “un científico brillante y mejor persona; un referente en todos los sentidos”.

El apoyo del ERC dará al laboratorio de Targeted Protein Degradation and Drug Discovery la estabilidad económica que necesita (1,5 M € los próximos 5 años) para llevar a cabo su “ambicioso” proyecto. “Vamos a desarrollar un abanico de estrategias de cribado y diseño de fármacos a gran escala. En particular, de una tipología muy nueva, los degradadores monovalentes, explica.

Degradadores monovalentes

Estos fármacos están formados por una sola pieza, pero tienen un mecanismo de acción doble: se pueden unir a una proteína con interés terapéutico y, a su vez, reclutar a la maquinaria celular natural de degradación (las E3 ligasas) para eliminarla. Esta técnica permite destruir proteínas que antes se consideraban inaccesibles y proporciona así nuevos enfoques para tratar un amplio abanico de enfermedades.  

Los degradadores monovalentes tienen además propiedades fisicoquímicas muy deseables, lo que facilita su llegada al sector clínico. A pesar del potencial de este tipo de fármacos, los pocos que existen se han encontrado por casualidad, sin seguir una estrategia racional. El proyecto TrickE3 tiene el objetivo de cambiar este paradigma y sistematizar tanto su diseño como el proceso de búsqueda.

Aunque son aplicables a muchas enfermedades, el proyecto se centrará en los degradadores útiles contra el cáncer de páncreas. “Esperamos que las metodologías que queremos implementar ayuden a generalizar la degradación de proteínas como estrategia terapéutica. El cáncer de páncreas es uno de los que tienen peor pronóstico y por eso será prioritario para nosotros”, explica Cristina Mayor-Ruiz.

Para llevar a buen puerto esta ciencia de frontera, el grupo podrá incorporar cinco personas más al laboratorio. “Ahora que estamos empezando, la financiación europea es el mejor indicador de que nuestras ideas e hipótesis son valoradas muy positivamente por la comunidad científica”.

Cambiar el enfoque

Su situación es excepcional. Cristina Mayor-Ruiz lamenta las limitaciones vigentes para que los investigadores jóvenes prosperen en España. “No es imposible, pero no existe una estructura que otorgue facilidades a los grupos emergentes (y no tan emergentes). Faltan oportunidades e inversión planificada y suficiente”. Como otros colegas, alaba el papel que están jugando determinados centros, fundaciones o asociaciones a la hora de ‘reclutar’ jóvenes investigadores. Una filosofía que contrasta con una ausencia de fondos públicos de garantías que corre el riesgo de cronificarse. “La inversión pública en investigación no llega ni a la media europea en porcentaje respecto al PIB. Esto repercute a todos los niveles”.

A juicio de Mayor-Ruiz “es increíble que nuestros políticos sigan con una visión cortoplacista que no es buena para nadie”. La investigadora recuerda que invertir en ciencia es hacerlo en el futuro del país. “Si no lo tienen claro ahora después de lo que hemos vivido con la pandemia, ya no sé qué más puede ocurrir. Tampoco tenemos instaurada una cultura de inversión privada presente en otros países, como Estados Unidos, que podría suplir parte de la actual deficiencia”.

Un primer año “espectacular”

En el apartado positivo, dentro de su cotidianeidad actual, la investigadora destaca el ambiente internacional y de excelencia científica que se respira en el IRB Barcelona. “El caldo de cultivo es ideal para que ocurran cosas maravillosas”, apunta. “Estamos rodeados de buenos grupos científicos. Ese tejido es el mejor catalizador para un laboratorio joven”.

Infraestructuras, equipamiento, apoyo administrativo… “Todo ello, junto a una política de reclutamiento de investigadores jóvenes ha provocado que empezar con mi grupo en este centro sea una de las experiencias más enriquecedoras de mi carrera. No puedo estar más orgullosa de mi equipo. Este primer año ha sido espectacular”, concluye Cristina Mayor-Ruiz.

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