En una sociedad obsesionada con la productividad y el bienestar instantáneo, la reflexión pausada ha quedado relegada a un segundo plano. Así lo percibe el psicólogo y filósofo danés Svend Brinkmann, quien en ‘Pensar’ (editorial Kōan), su nuevo libro, nos invita a redescubrir el valor del pensamiento crítico “en un mundo dominado por la inmediatez y la superficialidad”.
Brinkmann bebe de distintas fuentes procedentes de las tradiciones filosóficas occidentales –“la filosofía es una herramienta para navegar la incertidumbre”-, la psicología, la antropología y la sociología. ‘Pensar’ trata de desafiar las tendencias actuales de la “autoayuda simplista y el optimismo tóxico”. El autor argumenta que la “verdadera fuerza mental” radica en “la capacidad de dudar, cuestionar y enfrentarse a la complejidad del mundo”.
Como explica en entrevista con Innovaspain, no hay que fiarse de esos libros de autoayuda que nos prometen felicidad “siguiendo siete pasos, o algo similar”. Y añade: “Si parece una solución rápida, probablemente no valga la pena. Una vida reflexiva consiste en hacerse preguntas, no en obtener respuestas sencillas”.
Pregunta: Para pensar como propone, ¿no es necesario salir del camino que marca la vida convencional? ¿Cómo podemos hacerlo sin fracasar en el intento?
Respuesta: Sí, pero no tiene por qué ser una u otra. Me inspira la distinción de Hannah Arendt entre la vida pública comprometida (vita activa) y la vida reflexiva (vita contemplativa). Necesitamos tomar distancia y reflexionar sobre cuestiones más profundas para una buena convivencia, también en nuestra vida convencional.
El libro de Svend Brinkmann llega en un momento marcado por la desinformación, las fake news, las redes sociales y la velocidad. Todos estos ingredientes moldean nuestra manera de entender la realidad. ‘Pensar va dirigido a aquellos que buscan recuperar el espacio de la reflexión crítica y el escepticismo constructivo”.
La obra consta de dos partes. La primera es descriptiva y explora cuestiones como: ¿Qué entendemos por pensar?, ¿Por qué se ha vuelto difícil pensar en el mundo actual? o ¿De dónde viene el pensamiento?. La segunda parte es prescriptiva. Aquí Svend Brinkmann ofrece algunas estrategias “rápidas y relativamente sencillas” para introducir más reflexión en nuestra vida cotidiana.
Si la meditación puede aumentar la atención plena, sugiere Brinkmann, la filosofía puede aumentar la reflexión. Pensar, como él mismo lo expresa, “no trata solo de resolver problemas intelectuales”, sino que también puede ser “una forma de existir en el mundo”. El camino para vivir una vida reflexiva “no pasa por seguir un conjunto de instrucciones como un ordenador, sino por dejar que la mente divague”.
P. ¿Por dónde empezar a entrenar en el gimnasio mental las tres actitudes esenciales que propone el libro: reflexión, contemplación imaginativa y conciencia ética? ¿Hay cabida aquí para otras prácticas al alza, como la meditación?
R. Recomiendo leer libros y entablar conversaciones profundas. Por supuesto, necesitamos crear espacios para estas actividades. La meditación es otra cosa, creo, una técnica más de bienestar, pero la reflexión también implica ser crítico y profundizar en cuestiones sobre la justicia, la pérdida, la buena vida, etc.
Profesor de Psicología en la Universidad de Aalborg, la publicación de su primer libro, Stand Firm, fue un éxito de ventas. Ganador del premio Rosenkjær, Svend Brinkmann organiza eventos y da conferencias sobre “los grandes desafíos de la vida moderna”. Es autor de ‘La alegría de perderse cosas (2024)’, publicado por Kōan. Ha aparecido en varios documentales de televisión y ha presentado los programas Live Fast!, de la televisión danesa, y la serie Meaningful Life, de la Radio 1 danesa.
Cuando preguntamos a Brikmann por los efectos tangibles de su propuesta, deja claro que “debemos tener cuidado” con no asociar la reflexión profunda al bienestar con un efecto medible. “Probablemente no cure la depresión, pero nos permitirá comprender mejor las condiciones de la vida humana. Y, en un sentido fundamental, esto está conectado con la felicidad. No en el sentido superficial, de albergar sentimientos profundos constantemente, sino en la línea de hacer algo significativo”.
P. En medio del frenesí actual, cada vez más gente busca respuestas. ¿Somos más conscientes de que no podemos seguir así?
R. Creo que sí. Pero es muy difícil escapar de las prácticas aceleradas de la sociedad moderna. La velocidad y las preocupaciones instrumentales son enemigas del pensamiento profundo y reflexivo. Es preciso pensar en conjunto para crear contraprácticas, por ejemplo en las escuelas. Hacerlo solo es difícil.
P. ¿Es optimista cuando mira al futuro?
Lo soy en el sentido de que creo que existe una naturaleza humana de la que no podemos seguir olvidándonos. La necesidad de reflexionar existe. Los filósofos griegos ya lo sabían. Afirmaban que el conocimiento y la reflexión filosófica, por sí mismos, forman parte de una buena vida humana.