Reputación frente a la crisis

Por Juan Mari Gastaca, socio y director de Política y Asuntos Públicos en BeConfluence
Reputación crisis del coronavirus

El autor explica que las estrategias de comunicación tienen en la pandemia un escenario propicio para impulsar el valor social de marca de sus clientes.

Conviene asumirlo con sinceridad: seguimos en estado de shock. La onda expansiva de la pandemia del COVID-19 ha destrozado iniciativas, pulverizado proyectos, arrasado previsiones y diezmado infinitas ilusiones. En medio de este clima de incertidumbre y de confinamiento, una causa común entrelaza, ahora más que nunca, a clientes con sus agencias de comunicación y consultoras: reaccionar ante la crisis. Sin duda se trata de uno de los ejercicios más titánicos que nadie podía imaginar después de escalar, peldaño a peldaño, hacia esa meta que suponía la definitiva recuperación de la escalofriante debacle económica de 2008.

No hay que descartar que una ola de pesimismo haya penetrado en los centros de decisión de centenares de empresas. Es lógico pensar durante estos momentos atribulados en aquella frase de Paulo Coelho donde advertía de “cuántas cosas perdemos por miedo a perder”. Que esta admonición nos sirva como antídoto para procurar una rehabilitación que, por supuesto, existe en el tiempo y debemos insertar entre nuestras ambiciones.

Habida cuenta de la magnitud de esta catástrofe y de sus derivadas aún imposibles de predecir, puede resultar hasta frívolo recurrir al manido refrán chino de que “toda crisis es una oportunidad”. Deberíamos estar preparados para hacerlo realidad y, además, sin dilación. De hecho, para las agencias de comunicación esta respuesta frente a tamaña adversidad representa una obligación prioritaria de cara a sus clientes.

En esa determinante reacción hay un aspecto que destaca especialmente. No es otro que el valor reputacional. La tipología de esta crisis que nos aterra, habida cuenta de su desgarradora dimensión sanitaria además de la propiamente económica, constituye un escenario propicio para impulsar con absoluta convicción el cuidado de la imagen social de la marca.

Hay un carrusel de oportunidades para ejemplificar esta apuesta reputacional. Ahora bien, no permitamos que este nuevo contexto, tan imprevisto, se convierta en una cascada de nefastos oportunismos. Para conseguirlo, recurramos decididos al expertise del consultor para que, con su papel de exquisita profesionalidad, nos asegure la percepción más idónea sobre la respuesta que el cliente, y su firma en definitiva, ha sabido dar ante una situación de crisis.

La sociedad, atacada inopinadamente en su resiliencia, a buen seguro que sabrá valorar sin recato las apuestas que se realicen a su favor. Los mensajes de apoyo, la solidaridad expresa, el reconocimiento de un esfuerzo compartido jamás serán olvidados. Desde las consultoras conduzcamos a nuestros clientes por esa senda en las primeras reacciones, en las primeras medidas que adopten. Nunca como ahora, inmersos en una emergencia de este calado, necesitaron tan imperiosamente esta contribución. La oportunidad está ahí. Debemos tener en cuenta que la Responsabilidad Social Empresarial es una realidad, pero que la reputación es una percepción. Es el momento de los mensajes, de las acciones concretas, de dar certidumbre.

Por todo ello, es de vital importancia enfatizar que grandes decisiones dispondrán de mayor recuerdo, y posiblemente reconocimiento, en el imaginario colectivo. Su impacto será mayor porque ese gesto vendrá a coincidir con un estado de ánimo de la ciudadanía todavía desmoralizado y consternado, ávido de un guiño, de una muestra de confianza en su futuro más inmediato.

Algunas grandes firmas de notoria proyección dentro y fuera de nuestro país ya lo han hecho, conscientes de su compromiso y de su responsabilidad social. Han entendido que alcanzar una buena reputación requiere mostrarse como eres y proyectar cuáles son tus auténticos valores empresariales

Pero también es el momento oportuno para que se desencadene una sucesión de acciones de idéntica solidaridad por parte de un sinfín de empresas y entidades. Al signo contrario, también debemos reaccionar con rapidez para que la crisis no erosione la reputación de las empresas. En estos momentos de lógica zozobra, de nerviosismo, cobra actualidad aquella memorable frase de Richard Bentley: “Nadie perdió su reputación sino por su culpa”. Reaccionemos, que la crisis espera mucho de nosotros.

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