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Estación Biológica Internacional Duero-Douro (EBI)

Juan F. Calero

Turismo, innovación, sostenibilidad y acción social a ambos lados de la frontera

Son muy escasas las ocasiones en las que una vocación supera tal de largo las expectativas. Con solo 15 años, en la Zamora de finales de los 70, David de Salvador y un grupo de ‘compinches’ dedicaban la paga semanal a cuidar animales en la vieja casa de los abuelos. Sin darse apenas cuenta, estaban alumbrando el primer centro de recuperación de animales salvajes de Castilla y León. “Amantes de la Naturaleza, sufragan los gastos de sus propios bolsillos”, titula una edición de marzo del 78 de El Correo de Zamora. No tenían ni un duro, pero pronto reciben el apoyo –moral y formal- del Instituto para la Conservación de la Naturaleza en España (ICONA).

Aquel fue el germen de la Estación Biológica Internacional Duero Douro, (E.B.I.) una organización privada –“medioambiente y política no casan bien”, puntualiza De Salvador, su coordinador desde 2002 mientras nos acercamos a la frontera entre Zamora-Portugal y el paisaje evoluciona a toda máquina- que desarrolla su actividad principal en las cuatro áreas protegidas integradas en la Red Mundial de la UNESCO como Reserva Transfronteriza de la Biosfera “Meseta Ibérica”: en España, los parques naturales de Arribes de Duero y Lago Sanabria; en Portugal, los parques naturales Douro Internacional y Montesinhos.

No fue hasta el 93-94 cuando ponen las primeras piedras para hacer del proyecto algo rentable, siempre de forma independiente. “Adquirimos una embarcación y hacíamos formación orientada al turismo rural; empezaba el boom”- recuerda De Salvador. Siguieron años de mucho trabajo, siempre creciendo e intermediando, a caballo entre Portugal y España, hasta que, en 2002, se constituye oficialmente la Estación, con el apoyo del I.C.N.F. de Portugal junto a varias universidades europeas, y en 2006 fue ratificada por los Ministros de Exteriores de España y Portugal. Un reconocimiento que no significó una inyección económica con origen en las arcas públicas. “Con cero euros de financiación por parte de la administración podemos trabajar de forma independiente”- afirma, aunque admite que la génesis del proyecto les obliga a tratar con los políticos de cuando en cuando. En este sentido, uno de los caballos de batalla de la iniciativa tiene que ver con la propiedad del territorio binacional. “Entendemos que en su mayoría la propiedad es pública, o lo que es lo mismo, de todos”- apunta. “En las reuniones con la administración intentamos dejarles claro que son administradores, no dueños. El águila de Bonelli no entiende de nacionalidades y menos de política; han ocupado el sillón unos y otros, y el medioambiente ha de mantenerse ajeno”- añade, y recuerda que la propiedad es compartida por dos países, pero que no tenía ningún sentido aplicar normativas distintas en una y otra orilla. “En eso sí hemos mejorado bastante”-admite.

Para salvaguardar su independencia y principios éticos, así como sus trabajos de investigación y conservación de hábitats (la Estación fue la que descubrió que algo no iba bien en las aguas del Lago Sanabria), la financiación viene de proyectos ecoturísticos propios en cooperación con acciones de voluntariado internacional. Es aquí donde la innovación ha jugado un papel clave para elevar a otro nivel la clásica excursión de una o dos jornadas. Con una facturación que ronda el millón de euros y distintas empresas bajo el paraguas de la Estación, el proyecto ha cogido carrerilla “gracias al equipo y a una importante inversión en capital humano”- explica De Salvador. “Somos un grupo en el que hay ‘paridad’ entre ambas nacionalidades, y al que se suman eventuales como biólogos en prácticas, colaboradores o voluntarios. La implicación del equipo lo es todo, y gracias a ello conseguimos resultados mucho mejores que la administración”. David de Salvador pone como ejemplo la recuperación que llevaron a cabo con el Águila de Bonelli a través del conejo de monte. La administración ha gastado millones de euros sin resultados para la especie, razón que llevó a la EBI a financiar con 36.000 euros un proyecto que consiguió el 100 % del éxito reproductor del Águila de Bonelli en su zona, con dos crías en 2003.

Nutrias preñadas, patos solidarios y un paraíso terrenal

Bajo un sol de justicia que hace que el aire acondicionado del autocar las pase canutas para cumplir su cometido, atravesamos el último tramo del Parque Natural de Arribes de Duero y entramos en Portugal, en el Parque Natural Douro Internacional, aunque ambos comparte arterias y corazón. El viejo puesto fronterizo hoy se ha convertido en un punto de información turística. “Cuando empezábamos nos tuvieron que hacer unos pasaportes especiales porque las idas y venidas a un lado y otro eran constantes”- recuerda De Salvador.

Reserva

Es aquí, en la frontera entre Zamora y Miranda do Douro, donde la Estación tiene una de sus bases principales, y donde además de partir diariamente los Cruceros Medioambientales, desarrolla proyectos relacionados con la preservación de distintas especies animales. Es el caso de una nutria embarazada a la que dudan si hacer una ecografía o no “para evitar estresarla” o distintas aves nocturnas, como una espectacular cría de búho real. Las instalaciones están capacitadas para el desempeño de diferentes actividades lúdicas, algunas de ellas con un claro componente social. En una amplia piscina el año pasado más de 70 niños con diferentes grados de autismo o parálisis cerebral pudieron interactuar y ‘bailar’ con patos buceadores, favoreciendo la empatía. La Estación tiene acuerdos que les aproximan a los colegios de los 4 focos en los que están presentes. “Los proyectos con los niños son de los más gratificantes”- apunta De Salvador.

A la derecha España, a la izquierda Portugal, y en el centro Laura, de padre español y madre lusa, que para evitar problemas familiares se declara hija del río mientras la embarcación, con el capitán al timón y a la vista de todos, avanza por las aguas del Duero. Laura es una de las guías de los cruceros la Estación y su tono de voz, sin estridencias y pausado, emite una señal clara de respeto al entorno. “Esto no es un zoológico, así que ver animales o no dependerá de la suerte”, explica, antes de detenerse en algunas de las particularidades que hacen especial a la zona, como una geomorfología muy vertical y de difícil acceso propicia para especies sensibles a la civilización. Desde la cubierta del barco el espectáculo es tan grande como el silencio que rodea al paisaje, y los líquenes nos chivan que el aire es más puro que en La Castellana madrileña. El crucero ‘clásico’ se combina con otras actividades paralelas, como el proyecto Nortua, en el que en colaboración con la Asociación Española de Ornitología, y de noche, emulan cantos de distintas aves desde el barco y esperan respuesta…De nuevo es cuestión de suerte.

Lago Sanabria ‘en remoto’

Sin tiempo material para desplazarnos hasta otro de los puntos neurálgicos de la Estación, conectamos vía videoconferencia con el mayor lago glaciar de la Península Ibérica, donde opera una de las joyas de la corona del proyecto: el primer catamarán eólico-solar del mundo. “Desarrollamos una tecnología que no existía”, explica De Salvador sobre un proyecto que en 2011 fue apadrinado por Pierre-Ives Cousteau. Concebido como un buque hidrográfico de investigación –cuyas conclusiones son estudiadas en el Centro de Innovación Sobre el Agua y los Ecosistemas Marinos de la EBI-, la embarcación descubrió y reveló entre 2012 y 2015 la mencionada ruptura del equilibrio ecológico del Lago como consecuencia de los vertidos de origen antrópico. “Tras meses en los que la administración no hizo nada, optamos por comunicarlo a los medios y a la Unión Europea”. El Consejo de Ministros de 9 de octubre de 2015 aprobó una investigación oficial cuyos resultados se harán públicos en 2017.

Entre las peculiaridades del catamarán Helios Sanabria, ventajas energéticas aparte, destaca cómo se aligeraron los materiales, la inclusión de una pasarela umbilical que no precisa de infraestructuras terrestres para embarcar y desembarcar, la instalación de placas solares novedosas con silicio experimental –verde y transparente- y de un periscopio que sirve tanto a turistas como a investigadores o un diseño que hace que, a máxima velocidad, genere olas de solo 10cm, por lo que la erosión en las orillas no existe.

Sanabria

Cristina es una de las buceadoras de la EBI, y nos explica en directo –las cámaras HD con las que los buceadores se equipan son también un desarrollo propio de la Estación- la temperatura y profundidad a la que se encuentra y por qué el inmenso lecho del limo del lago es una fuente de información inagotable. También observamos vestigios de lo que fue la tragedia provocada por la rotura de la presa de Vega de Tera el 9 de enero de 1959 que arrasó el pueblo de Ribadelago provocando la muerte de 144 personas. “El primer recorrido del barco lo hicimos con los familiares de estas víctimas, quienes nos pidieron que explicáramos en cada excursión lo sucedido”- señala De Salvador antes de ‘despedir’ la conexión.

Impacto económico

Según el estudio realizado a partir de los casi 70.000 visitantes que genera la EBI cada año, más del 70% eligen los buques hidrográficos como principal objeto de su visita a la Reserva, con “importantes repercusiones para el empleo y la economía regionales”. Sus resultados económicos repercuten fundamentalmente en Zamora, Valladolid, Braganza, Puebla de Sanabria y Miranda do Douro. Esta última, sería la más beneficiada junto a Zamora, respecto al incremento del consumo gastronómico (50%), las compras (22%) y el resto de servicios turísticos junto a las pernoctaciones (28%), alcanzando un gasto total que supera los 2,7 millones de euros anuales en la prestación de servicios turísticos complementarios.