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América Latina suspende en inversión científica

La región desarrolla la mitad de su potencial en I+D+i, según un estudio de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura
Imagen de un científico trabajando en un laboratorio. (Autor: OEI)

Cuando Carlos Castillo-Chávez abandonó México, en 1974, ya había perdido la fe en su país. Cogió las maletas y se fue a Estados Unidos. Tenía 22 años y no había terminado la carrera de actuación. Trabajó en una fábrica de quesos en Wisconsin y poco después decidió retomar los estudios, pero ya no como artista, sino como matemático. Hoy es uno de los académicos de mayor prestigio en el continente y se le reconoce, entre otras cosas, por fundar el Centro de Ciencias de Modelación Computacional y Matemática Simon A. Levin de la Universidad Estatal de Arizona y el Instituto de Biología Matemática y Teórica. El apoteósico éxito de Castillo-Chávez sería difícil de concebir si se hubiese quedado en su tierra natal. Y no es un juicio de valor. Según un estudio de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), América Latina desarrolla apenas la mitad de su potencial en ciencia y tecnología.

Las cifras que arroja el informe del ​Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (dependiente de la OEI) pintan un panorama negro que contamina a la región. Cada cifra es peor que la anterior. El estudio analiza el decenio que abarca desde 2008 hasta 2018. En esos diez años, la inversión en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) ha bajado del 3,3% al 2,8%. Este baile de números cobra mayor significado si se compara con lo que aporta la región a la economía mundial (casi el 8%). En plata: América Latina invierte cada vez menos, incluso por debajo de sus propias posibilidades. 

Nada nuevo bajo el sol. Para Rodolfo Barrere, coordinador de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), estas cifras eran “esperables” porque “la región ha mantenido esos niveles de inversión en los últimos 25 años”. Otra cosa que se debe tomar en cuenta, recuerda Barrere, es que los promedios en América Latina suelen ser engañosos. Si se quita de la ecuación a Brasil, México y Argentina, la media de inversión caería en picado. Estas tres naciones cargan con prácticamente el 90% del presupuesto regional destinado a I+D+i. Pero no es todo. Brasil es el único país que invierte más del 1% de su PIB en esa área. Es una suma paupérrima si se mira a Estados industrializados como Corea del Sur e Israel que destinan casi el 5%.

Distribución por países de inversión en ciencia y tecnología en Latinoamérica. Autor: RICYT

La crisis de la covid-19 vino a rematar a una región ya de por sí endeble económicamente. Según se puede desplegar de los datos de la RICYT, cuando las economías del continente se contraen, la inversión en ciencia y tecnología se derrumba a una velocidad mucho mayor que la del PIB. Es decir, si la economía cae al suelo, el desarrollo científico cava más profundo. Mariano Jabonero, secretario general de la OEI, lo ve como una oportunidad para rectificar. El pasado diciembre, al presentar el documento El Estado de la Ciencia 2020 de la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología señaló: “La crisis internacional causada por la covid-19 no viene sino a confirmar que la ciencia es clave para responder adecuadamente tanto a la crisis sanitaria como para paliar sus efectos sociales y económicos”. 

En tiempos de vacas flacas, los Gobiernos de la región optan por cubrir las necesidades básicas de sus ciudadanos, sin darse cuenta de que parte de las soluciones está en los laboratorios. Así lo resume Carlos Castillo-Chávez: “Está claro que no hay recursos, pero tampoco se ve a la ciencia como una forma de resolver los problemas de la región”.

La recuperación llegará, pero sin infraestructura 

La humanidad compró la idea de que, si 2020 fue el año de la pandemia, 2021 sería el de la vacunación, y por extensión, el de la recuperación. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya dio un par de bofetadas de realidad a los optimistas recalcitrantes. El crecimiento irá a distintas velocidades y, como siempre, las economías emergentes serán las últimas en cruzar la meta (tanto para inmunizar a la población como para regresar al estado financiero de 2019). 

En el continente todo será cuesta arriba. Según el FMI, la economía latinoamericana crecerá un 4,6% este año (en 2020 cayó casi siete puntos porcentuales). Para regresar a niveles prepandémicos, el Banco Mundial estima que la región deberá esperar hasta finales de 2022. Pero más allá de cuándo llegará la recuperación, Barrere cree que hay un problema de fondo. A diferencia de los países industrializados, el dinero para la investigación suele concentrarse en los gobiernos, no en la industria privada. Tampoco estrategias claras para atraer esas inversiones. Castillo-Chávez critica sin pelos en la lengua y achaca la situación al discurso de los líderes regionales: “Hay, en algunos países, una clara retórica anti-Estados Unidos y anti-España”. Un caso es el del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que ha tildado a algunas trasnacionales ibéricas, entre ellas Iberdrola, como “corruptas” y “saqueadoras”.

Condenados a la precariedad

De acuerdo con los datos del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad, casi siete de cada diez científicos en América Latina trabajan en centros públicos y en las Universidades. Esta situación lleva a muchos a compaginar sus investigaciones con la docencia. Además de enlazar contratos temporales y, muchas veces, precarios. Innovaspain entrevistó el 22 de marzo a Gonzalo Moratorio, virólogo uruguayo que figuró como el único latinoamericano en la lista de la revista Nature de los diez investigadores más influyentes en 2020. En la conversación, el académico sudamericano criticó la precariedad en la que viven sus colegas y vaticinó un futuro nada halagüeño: “Creo que la crisis económica hará que no se refuerce al sector”.

Todo este escenario puede cambiar. Barrere aclara que “los cambios no pueden ser repentinos". Y agrega: "Sería bueno que fueran estables a lo largo del tiempo”. Castillo-Chávez coincide, pero incide en que "debe haber una estrategia como la europea, con organismos de investigación comunitarios, financiados públicamente por todos y autónomos en su funcionamiento”. En redes sociales hay un meme que circula desde hace años en México que resume el sentimiento compartido por los tres investigadores consultados para este reportaje: “Hay talento, solo falta apoyarlo”.

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