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Planasa: la agricultura llevada al siguiente nivel de la innovación

Esta empresa española se dedica a buscar nuevas variedades de frutos rojos; lo hacen apostando por la I+D+i en toda su cadena de valor
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Es una empresa agroalimentaria, aunque parece más una farmacéutica por el uso que hacen del I+D+i. Aunque, en esta ocasión, se buscan nuevas variedades de frutos rojos, no medicamentos. Se trata de Planasa, una empresa española volcada en la innovación y en la investigación. Años de investigación, mejor dicho, y el trabajo de profesionales e ingenieros agrónomos. Y todo, sin hacer uso de la manipulación genético. 

Jorge Martín, director global de IT de Planasa, explica que Planasa tiene tres líneas de negocio y que las dos primeras superan por mucho a la tercera. Una está dedicada a la búsqueda de nuevas variedades vegetales: fresas, frambuesas, arándanos y moras. Y esta obtención y descubrimiento no se logra de un día para otro. “Dependiendo del mercado, además, sabemos que en el norte de Europa sus fresas son de diferentes gustos: sabor, tamaño, exportación, poner el producto en el mercado primero. Es todo a la vieja usanza: se preparan diez mil variedades, se suelta el abejorro y se hace”.

La segunda línea de negocio es la más importante: esas nuevas variedades descubiertas se plantan y se cultivan y luego se vende a los agricultores. Ese cultivo tiene lugar en sus fincas, en más de diez países: China, España, Polonia, México, Perú, EEUU, Marruecos, Rumanía, Sudáfrica… “Ese es nuestro core de negocio. Hacemos plantas, y los agricultores y cooperativistas son nuestros clientes”, resume. 

De hecho, Martín confiesa que cuando entró en la empresa no se imaginaba que era así: “Yo pensaba que esto era agricultor, semilla, esta crecía y luego se compraba. Hay empresas como Planasa que están detrás con variedades muy buenas, acorde a las necesidades de los clientes y con garantías. Y si el agricultor tiene algún problema, se le ayuda”. 

Y es que el soporte de ayuda al agricultor es importante. El objetivo es diseñar la mejor variedad posible para el sitio concreto, por eso tienen centros de investigación en tantos sitios, ya que el objetivo es estar cercano al cliente. El vivero también es importante, pero una variedad muy buena es más importante que el manejo. “Ayudamos a sacar el máximo de la variedad, con transferencia de conocimiento”. Y, por ultimo, venden la planta. Del mismo modo, en función de la producción de la cosecha se pagan unos royalties. 

Por último, la tercera línea de negocio de Planasa no es importante en volumen, pero sí lo es para la empresa. Es la parte agroalimentaria, el producto que colocan en el supermercado. “Las endivias en España de grandes supermercados son nuestras. Tuvimos la mala suerte de que se nos incendiarios en Navarra y poco a poco hemos ido retomando la actividad. La endivia, alrededor del 70%, es nuestra en grandes superficies”, señala. 

En Francia venden espárragos y arándanos. En Marruecos producen también frambuesas fruto y exportan. La parte de producto fresco, de hecho, es prácticamente de investigación genética y desarrollo de nuevas variedades. 

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La I+D

Para destacar la parte de I+D de Planasa, da dos cifras: “En 2022 tuvimos una inversión de unos 7,5 millones de euros de nuevas variedades, un proceso que dura entre siete y diez años. Y en cuanto a trabajadores o investigadores científicos tenemos unas cien personas trabajando en los distintos centros que están situados". 

En I+D+i, lo que se hace es que se van cruzando más de 30.000 plantas con características individuales diferentes y de estas 30.000 plantas se va haciendo un primer proceso -que dura entre cinco y siete años- de investigación y el resto -unos dos años- en desarrollo. 

En cuanto a la parte de investigación, van seleccionando los distintos parentales después de hacer los cruces genéticos. Y se buscan características en esas plantas. Características de sabor, de durabilidad, productividad. Y seleccionan a los individuos de mayor desempeño. 

“Vamos seleccionando cada fase. De esas 30.000, terminamos con una o dos variedades. Hacemos cruces de forma tradicional, sin ningún tipo de método adicional. Obviamente, no se manipula genéticamente, todo es estadística. De cada una de las cualidades tenemos un laboratorio en el que vamos midiendo con distintos parámetros para que dentro de un rango estadístico estén las tolerancias que estamos dispuestos a asumir”, indica Martín. 

En Planasa también consiguen variedades rústicas, variedades resistentes a enfermedades; que la propia variedad sea fuerte y que el uso de fertilizantes sea el más contenido posible. Eso otorga también una mayor eficiencia a la hora del aprovechamiento del agua. “No solo hay requisitos de mercado, también agronómicos. Es más, nosotros estamos inscritos en varios ODS”. 

Y en la parte de desarrollo, a gran escala, se constata eso. “Al final, no es lo mismo un comportamiento en plantas en un lado o en otro. Utilizamos este campo de desarrollo, en el que tenemos zonas de ensayo en distintas geografías y también lo utilizamos para escribir el manual de uso de esas plantas”. El soporte técnico es fundamental a la hora de gestionar el éxito de sus variedades. 

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Nuevas tecnologías

El proceso de producción de viveros de Planasa es diferencial. Todo es tradicional, reitera, pero hacen uso de nuevas tecnologías para optimizar distintos procesos y verse diferenciados. “Contamos con varios proyectos punteros de la “i" pequeña, del I+D+i, de la innovación”. 

Cuentan con un proyecto ambicioso en diez países, como monitorizar en tiempo real toda su cadena de valor productiva. Tienen sensorización vía IoT en invernaderos y en sus fincas. Utilizan la imagen satelital en campo abierto, también en sus cámaras frigoríficas y tienen también sensorizado por IoT todo el el transporte de su producto. Hasta que llega al cliente, controlan incluso la temperatura. 

La diferencia entre lo de siempre y el IoT es que antes costaba 20.000 euros monitorizar una cámara frigorífica; ahora 700 euros. “Se ha reducido mucho. La conectividad antes no se podía, se hacía todo a mano y era un dineral. Ahora te lo pones en Internet y en una plataforma. Y al ser tan barato, tan fácil de conectar, se escala de manera mucho más rápida”, afirma.

El reto en Planasa es poner orden y que la información sea digerible. Por ello, también tiene un proyecto en el que toda esa información se pone a disposición de los trabajadores con tablets: labores, horas, producción por variedad, campaña, persona, consumos, nitratos, sulfatos, mantenimientos predictivos. 

“Y tenemos una aplicación nueva de parámetros de calidad. Todo esto se ha conseguido con análisis de la compañía, decisiones precisas y a tiempo. Hasta que la formación se llevaba a cabo, la campaña ya se había acabado. Como se transcribía muchas veces, esos datos no eran fiables. Ahora se eliminan tareas duplicadas y valor añadido”, explica. 

Además, se han adentrado en el mundo de la inteligencia artificial y el machine learning. “Estamos ya en pruebas pilotos. Hemos montando un data lake, un sitio donde se guarda información tanto estructurada como no. Empezamos con machine learning para ayudarnos a tomar decisiones. Por ejemplo, frambuesa cepellón: que nos diga cuántos kilos de raíz hay que plantar. Y todo esto, con la componente de que cada cliente quiere un tipo diferente de plantas para según qué semana. Que nuestra IA lo haga fácil”, señala Martín.

Impactos económicos

Todas estas innovaciones son optimizaciones de la cadena productiva. De hecho, han presentado la semana pasada estos tres proyectos de sensórica, imagen satelital y machine learning e IA y se lo han certificado desde la ONU.

Planasa también tienen impactos económicos importantes, como costes operativos, productividad de las plantas, detectan antes las enfermedades y mejoran sus productos y reducen las reclamaciones de calidad. Reducción de pérdidas y desperdicios y mejora toda su cadena de suministro. Mejoran también la calidad del empleo y las zonas donde trabajan, son perfiles más trabajados. Además, la seguridad alimentaria se mejora por monitorización y mejoran herramientas tecnológicas atribuyéndoles más valor, con el empoderamiento del empleado. Hacen un uso eficiente de recursos naturales y reducen emisiones contaminantes.

Por último, Martín reflexiona: “El 92% de las empresas creen que las compañías no serán viables si no se digitalizan. Los primeros, suben. Quien no se digitaliza, bajan Ha habido sectores que se han digitalizado antes que la agricultura, que ha costado más. Pero quien no se suba al carro…”.

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