Antes de convertirse en empresas, la semilla de Inrobics fue plantada en un laboratorio de investigación de la Universidad Carlos III de Madrid. El objetivo: incorporar robots sociales a la neuro-rehabilitación pediátrica. El impacto y las reacciones fueron tan positivas que decidieron darle una segunda vida a aquel trabajo y llevarlo al mercado.
José Carlos Pulido, fundador y CEO de Inrobics participó este martes en la presentación del Anuario de la Innovación en España 2025, una publicación de Innovaspain dedicada este año a la soberanía estratégica. Desde la perspectiva del emprendedor en un sector lleno de baches como el de la salud, Pulido recordaba que siempre fueron conscientes de tener entre manos una tecnología de alto potencial. “Sin embargo, no sabíamos muy bien qué hacer con ella. Por eso montamos la empresa”.
La que si tenían clara era una máxima que han aplicado a rajatabla a lo largo de los últimos 5 años: no existe innovación si no hay impacto. En su caso, cumplen el requisito en dos direcciones: por una parte, mejorando la calidad de vida del paciente. Por otro lado, consiguen que las administraciones hagan un uso más eficiente de los recursos gracias a la tecnología de Inrobics. “En los sistemas de salud no disponemos de suficientes profesionales cualificados ni todas las personas que lo necesitan reciben este tipo de rehabilitación. Es un problema que irá en aumento debido a la mayor esperanza de vida”, indicaba José Carlos Pulido.
Para resolver estos problemas activan metodologías centradas en el paciente desde el prediseño hasta el desarrollo final de la solución. Lo hacen junto a los propios profesionales, a medida.
Entender mejor los ritmos
“El tiempo es el peor enemigo de una startup”, aseguraba Pulido. El emprendedor ha reclamado un mayor horizonte temporal por parte de los agentes de apoyo. “Al menos a 3-5 años, para garantizar que podremos seguir adaptando la tecnología para los usuarios. Va todo tan rápido, que el ciclo no para nunca. Por eso necesitamos tanto tiempo de desarrollo, pero también de adopción de la tecnología al mercado, una de la grandes problemáticas”.
Pulido ha reivindicado más confianza en las empresas en fases tempranas. “Todo pasa por un pilotaje, pero con intención de escalado posterior. El muy duro hacer un piloto con un hospital –reunir requisitos, personalizar tecnología, ofrecer buenos resultados- y empezar de cero con el siguiente proyecto. No contamos con una infraestructura de financiación que genere una confianza más global; que empuje el escalado. Es en este último salto, cuando ya hemos logrado que confíen en nosotros, cuando más nos pueden ayudar”.
A su juicio, “todos los agentes que nos apoyan o con los que colaboramos, deberían tratar de generar la menor incertidumbre posible. De este modo, nosotros podremos centrarnos en los objetivos, que es donde somos buenos. A mayor estabilidad y seguridad, más eficaces seremos en nuestro trabajo”.
Un problema creciente
Pulido añadía que se habla mucho de defensa y menos de la escasez de recursos sociosanitarios, “pero es un tema que está ahí”. El experto opinaba que la tecnología puede ayudar a paliar esa situación. “Hay que empujar a empresas como la nuestra, que impactan con nuevos servicios para la sociedad al margen de lo que digan los periódicos o Trump”.

En esta línea, piensa que lograr la soberanía también exige solidez en las ayudas. “Como empresa queremos llevar la innovación hasta crear impacto. Si nos acompañan bien en ese proceso, es más probable que la tecnología desarrollada se quede en España. Perderemos soberanía cuando una innovación que podría haber funcionado aquí no tenga otro remedio que marcharse lejos en busca de nuevos horizontes”.


