Jordi Alemany: “La gran pregunta de este siglo no es qué queremos hacer, sino quiénes queremos ser”

El fundador de la Business Humanizers Academy publica “El efecto láser. Los tres focos del líder humanista” (Plataforma Editorial). “Los problemas del mundo empresarial están originados en un sistema educativo arcaico”
Jordi Alemany liderazgo humanista el efecto láser

La mayoría de los profesionales afirman que sus jefes adolecen del liderazgo que las personas y las organizaciones demandan. En “El efecto láser” (Plataforma Editorial), Jordi Alemany disecciona el liderazgo humanista y lo reduce a su esencia, a la convergencia de tres focos “imprescindibles”: autoliderazgo, liderazgo de personas y gestión eficiente de recursos.

Divulgador, formador y mentor especializado en liderazgo humanista, Alemany se educó en Stanford y la LBS. Es fundador de la Business Humanizers Academy, y a lo largo de los últimos 25 años ha encabezado equipos en cuatro continentes. Por sus programas de formación han pasado más de 25.000 mandos intermedios y ejecutivos.

En su nuevo libro flota una idea fundamental: en un mundo diverso y estresante, para liderar no hay que conocer la teoría, sino saber ponerla en práctica. “Liderar hoy requiere de una enorme capacidad de cuestionamiento no solo de lo que hacen y dicen los demás, sino de por qué pensamos y actuamos como lo hacemos nosotros mismos”.

Líderes deshumanizados

El experto nos atiende antes de emprender un largo viaje a Asia. En “El efecto láser”, Alemany mira hacia la necesidad de desarrollar nuestra inteligencia emocional, que nos permite no solo identificar y gestionar mejor nuestras emociones, sino empatizar con las de los demás e influenciarlas en positivo. Sin embargo, llevar a buen puerto este planteamiento parece más difícil que nunca. El tablero geopolítico hierve en un mundo polarizado donde toparnos con líderes en verdad humanistas no es una quimera, pero casi…

“Vivimos una transición desde las democracias clásicas hacia las “corporatocracias”, que aún se están gestando. En este cambio de modelo socioeconómico, friccionan fuerzas que han estado dormidas mucho tiempo. Los liderazgos populistas van un paso más allá, se convierten en mesiánicos”, explica Alemany.

Una tendencia en la que han tomado posiciones “líderes empresariales que antes no tenían espacio para influir en la opinión pública”. El autor de “El efecto láser” habla del omnipresente Elon Musk, pero también del poder de Amazon, Meta, Netflix o Google. “Practican el liberalismo económico extremo. Sus ofrendas son para el dios del dinero. Es un tipo de populismo que ha encontrado su sitio y lo está impregnando todo. Influyen en el mundo con dudosa eficacia, ya que no está claro que aquello que están destruyendo pueda ser construido de nuevo”.

Quiero y no puedo; puedo y no quiero

Bajamos al terreno que pisamos. En España, Jordi Alemany detecta una dualidad contradictoria. “Somos un país de pymes y micropymes. Y son estas empresas las que podrían transformar el país (y el mundo) y tirar del carro. El problema es que apenas un 55 % de sus líderes tiene formación en management y liderazgo, tampoco en gestión, pensamiento crítico o humanidades”.

En el lado de la gran corporación, percibe que su transformación no es genuina. “Tienen mucha más capacidad para escuchar a la sociedad y hacer que los mensajes permeen, pero el cambio del que hablan es más bien un teatrillo”.

Alemany opina que convendría dotar a las pymes de conocimientos y herramientas para que apuesten por un liderazgo más humano, transformador y empático. Con más propósito. “En estas organizaciones la capacidad de transformarse es mayor. Son más líquidas y las decisiones se toman más rápido, sin tanta burocracia. Por su parte, la gran empresa domina la escena gracias al efecto placebo. La flexibilidad de la que presumen es un eufemismo: significa que pueden pedirte que te conectes a las diez de la noche porque te han dejado llevar al niño al colegio por lamañana”, afirma rotundo.

Déficit educativo

¿Cómo hemos llegado a este punto? “Entre todos hemos validado un modelo socioeconómico en el que el dinero es el oxígeno que respiramos. Sin dinero te ahogas, literalmente. Ahí están las muertes provocadas por el estrés para corroborarlo”. Un mundo, donde, según Alemany, las normas están más cerca de una partida de Monopoly que de construir relaciones. “El foco está en ser los primeros. Sentirnos bien no es una prioridad”.

En todo caso, considera que es un error echar el cien por cien de la culpa a las empresas. La pleitesía que rendimos a Zuckerberg, Musk o Bezos no es más que un reflejo de la sociedad que habitamos. “El problema es que no estamos educados en inteligencia emocional y pensamientocrítico. Los problemas del mundo empresarial están originados en un sistema educativo arcaico, vigente desde el siglo XVIII. El mundo ha cambiado mucho. Existe un desfase entre educación, modelo productivo y aspiración social”.

Lograr el equilibrio empezaría por “devolver la filosofía y la ética al currículo de la educación pública –opina que la reforma educativa de 2012 comandada por el entonces ministro José Ignacio Wert fue un desastre. “Nadie nos premia por cuidar y cultivar la mente. El objetivo es salir guapo en Instagram y el éxito pasa por hacerse con (mínimo) un Lamborghini”.

“La función de un líder es hacernos la vida más fácil, como un guía turístico en una ciudad desconocida”

Su aportación para darle la vuelta a la tortilla está contenida en “El efecto láser” y en los tres focos que han de converger y operar con la máxima precisión. El nuevo camino empieza cuando aprendemos a autoliderarnos. “Es importante saber quiénes somos; qué nos saca de la cama cada mañana, qué nos emociona y qué nos hace perder las riendas; nuestras vulnerabilidades”.

El libro expone habilidades para convertir estos elementos en una varita mágica con la que convencer e influir en otros. “Si no te conoces a ti mismo, es imposible conocer a los demás. Muchas malas decisiones tienen su origen en la nula voluntad de ponernos frente al espejo”.

Jordi Alemany recuerda que el término liderar viene de to lead, que significa guiar. “No tiene nada que ver con dirigir, controlar o supervisar, prácticas herederas del modelo castrense. Liderazgo es inspiración. Incluye ingredientes como capacidad de escucha, satisfacer necesidades… en definitiva, servir. La función de un líder es hacernos la vida más fácil, como un guía turístico en una ciudad desconocida”.

El círculo virtuoso lo cierra la obtención de resultados. “Quien critique a la empresa en su búsqueda de retorno caerá en la trampa del buenismo”, asegura Jordi Alemany. El experto propone guiar a las personas siguiendo las tesis del Michael Porter y el capitalismo consciente. “Hay que darle retorno económico al accionista, bienestar al empleado, desarrollo a los proveedores, generar riqueza social y cuidar el planeta. Es una cadena de valor donde un elemento no es más importante que otro”.

Llevarlo a la práctica. El propósito

Volvamos al principio. A la ruta para hacer efectivas estas enseñanzas. “Promulgo una mentalidad. Como tal, exige convecerse de que quieres ser un líder con un perfil determinado. No tiene una fecha de cumplimiento”. En este sentido, Jordi Alemany distingue entre objetivo (inmediatez) y propósito (continuidad y largo plazo). “En el liderazgo que defiendo, el propósito es ser cada día mejor persona. Que nos recuerden como alguien que le hizo la vida más fácil a los demás. Y manejar la intensidad emocional no significa que las emociones me resbalen, sino saber gestionar el sufrimiento”.

Esa mejor versión de nosotros mismos se alcanza con honestidad y autoconocimiento. “La reflexión es parte del proceso. Así detectamos dónde fallamos. Lo dice el proverbio: cuando alguien quiere aprender, nadie le puede parar; cuando alguien no quiere aprender, nadie lepuede ayudar”.

Liderazgo, máquinas y personas

“Para mí no hay debate posible entre tecnología y humanismo. No hay nada que elegir”, asevera Jordi Alemany. “Sí creo que la tecnología nos puede ayudar a elevar nuestras metas. De nuevo la clave está en la educación. Debemos enseñar a invertir el tiempo de la manera adecuada. Qué hacer con el tiempo que nos queda libre gracias a la tecnología. Si solo usamos la IA para trabajar más y más horas la rueda nunca va a parar. Para mí la IA es una compañera imprescindible. No escribe mis libros, pero me ayuda a ordenar ideas, acelerar procesos de investigación o recopilar fuentes. El tiempo que gano no lo ocupo en escribir tres libros al año, sino en irme de viaje a Asia durante meses. Es una nueva mentalidad”.

“La gran pregunta de este siglo es quiénes queremos ser, no qué queremos hacer”, continua Jordi Alemany. “Hemos de volver a los básicos humanos en un mundo acelerado; a lo que realmente importa”. Recomienda activamente seguir las cuatro des: dedicación, desconexión, disfrute y descanso (físico y mental).

“Si logras activar este otro círculo que también se retroalimenta, a tu día le faltarán horas. Sentirás el bienestar criando a tus hijos o saliendo a cenar con tu pareja. Dedicándote tiempo. No es un retiro tibetano. Implica planificación e invertir tiempo, pero con mucho más foco que antes”. 

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