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'Genes de colores': el por qué (y el poder) de la pigmentación humana

Lluís Montoliu, junto al ilustrador Jesús Romero, presentan el nuevo libro 'Genes de colores'
genes de colores

Lluís Montoliu es investigador del Centro Nacional de Biotecnología y uno de los mayores expertos en genética de nuestro país. Además de haber sido presidente del CSIC ha hecho realidad su sueño de sacar a la luz un libro que habla sobre la pigmentación de la piel, junto al ilustrador Jesús Romero.

Montoliu enseña que, en realidad, son solo unos pocos genes los que hacen que cambie el color de piel, ojos o pelo y que, a través de ellos, somos capaces de hacer juicios de valor, simplemente por el aspecto. El autor piensa que estos genes, que hacen que seamos diferentes físicamente, hablando principalmente por el color de piel, no deberían tener connotaciones más allá de las puramente descriptivas y fisiológicas, pero, por desgracia, ocurre con demasiada frecuencia que exista una discriminación simplemente por tener un color de piel diferente.

De hecho, al experto le resulta inaudito ver que, por unas pequeñas variaciones genéticas, se haya creado un impacto social, solamente por el aspecto externo, haciendo que haya personas que simplemente, por su aspecto físico, vayan a tener más éxito que otras. Adentrándose en el libro explica el proceso de adaptación de los seres vivos. Dependiendo de la zona del planeta en la que vivimos, las personas tenemos un tono de piel distinto. Un gran ejemplo es la diferencia que hay de adaptarse en un país africano, donde da el sol todo el día, por eso, se desarrolla el gen del color de piel más oscuro para poder soportar mejor el calor, mientras que, por ejemplo, en un país escandinavo, el gen de la piel es más rosáceo debido a que no existe tanta exposición a la luz solar.

Respecto al último ejemplo, Montoliu dice que, para aprovechar los escasos rayos de sol que hay en países donde apenas existe luz solar, tenemos el gen MC1R que consigue palidecer inmediatamente la piel y aprovechar los pocos rayos de sol para captar vitamina D, lo que pasa que tiene dos consecuencias: primero que los ojos sean azules y segundo que el pelo se vuelva pelirrojo. Explica que esta diferencia se debe a las dos variantes que tiene el gen de la melanina. Por un lado, tenemos la eumelanina, también llamada melanina oscura y, por otro lado, la feomelanina o melanina rojiza amarillenta, la que tienen los pelirrojos.

A distinción de los animales, las personas solo tenemos 20.000 genes y solamente 700 determinan el color de nuestros ojos, piel y pelo. Se sabe que un solo gen es capaz de completar algunas de las funciones que realizamos. Como por ejemplo el poder oír, ya que en el interior de nuestro oído tenemos células pigmentarias que son esenciales para que la conversión de las ondas sonoras funcione adecuadamente.

En el caso de la visión, también se necesitan derivados del pigmento de la melanina para completar el desarrollo de la retina, aunque también, puede darse el caso de que se produzcan fallos en el desarrollo de la retina debido a la falta de este gen. Como resultado se produce una mutación en los genes. Esta mutación de genes se da mucho en las personas que padecen de albinismo y por lo tanto se sabe que los albinos, al tener muchas mutaciones en los genes, no ven bien, tienen problemas a la hora de que no les de mucho el sol y un largo etcétera.

Respecto al pelo, una de las grandes preguntas es: ¿de dónde salen las canas? Esto tiene una explicación científica. Y es que hay diversas razones: debido al envejecimiento y al estrés. ¿Cómo sucede por estrés? A través de una conexión entre el sistema endocrino y el sistema pigmentario; es decir, al tener el estrés elevado durante mucho tiempo, activa las hormonas asociadas a este como es la adrenalina. Si la adrenalina está estimulada durante mucho tiempo, provoca que los folículos del pelo se vacíen de forma rápida y por esa razón nacen las canas. Un ejemplo, poco común pero cierto, es el de las cebras, que son negras, pero con bandas canosas debido al estrés de estar siempre en alerta por si hay algún depredador al acecho.

La importancia de la genética

Montoliu hace principal hincapié en el avance de la genética remontándose a finales del siglo XIX en Estados Unidos, donde Abbie Lathrop, considerada la madre de los ratones, hizo los cruces entre las diferentes razas de ratones de colores, con los que hoy en día se siguen trabajando.

Actualmente, en los laboratorios españoles, se utilizan descendientes de los ratones con los que trabajó Lathrop y uno de ellos es llamado C57BL/6. Por esta razón Montoliu, dedica parte de su libro a Abbie Lathrop, porque gracias a ella se ha podido avanzar mucho en genética. Es más, el segundo genoma que se secuenció fue el del ratón, en honor a la profesora.

Todos en general tenemos mezcla de las dos variantes del gen de la melanina, pero, ¿y de donde salen los ojos de colores verdes o azules? Montoliu respondió que, gracias a los cruces realizados por Lathrop, se observó que depende de “los ojos del que mira” el color de los ojos de aquellas personas que tienen poca pigmentación en el iris, se ven de color verde, azul o violeta, como resultado de una ilusión óptica.

El poder de la pigmentación

La pigmentación no solo sirve para determinar el color de piel, o que estamos estresados, sino también, para poder camuflarse, no ser vistos o comunicarse. Para esto existen dos grandes ejemplos, por un lado, están los camaleones, que tienen la capacidad de cambiar de forma rápida el color de su piel con un gran abanico de pigmentaciones que controlan hormonalmente dependiendo de en qué situación se encuentren. Por otro lado, los cefalópodos, como los pulpos, que, gracias a su estructura anatómica única, son capaces de camuflarse con la habilidad de tener una parte de su cuerpo de color oscura por estar apoyado en una roca y otra clara al estar en la arena.

Finalmente, Montoliu resalta que la genética le debe mucho a la pigmentación al igual que la pigmentación a la genética. La mayoría de los genes que no son relacionados con la pigmentación y que son estudiados en laboratorios, son considerados “genes vitales”, por lo tanto, cuando se trabaja con ellos pueden hacer posible que el individuo muera, mientras que aquellos genes relacionados con la pigmentación, no son considerados de vida o muerte y lo peor que puede ocurrir es que se pierda un color. Por eso mismo, se siguen realizando experimentos en los genes de colores.