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Más allá del COVID-19. La Fundación Ramón Areces renueva su apoyo a la ciencia española

Destinará 2.367.920 euros a 22 proyectos relacionados con enfermedades raras, cáncer, patologías neurodegenerativas y envejecimiento, seguridad alimentaria, cambio climático y nuevos materiales
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Lluís Montoliu (CNB-CSIC) y Eva Ortega-Paino (CNIO) son dos de los 141 investigadores apoyados por la Fundación Ramón Areces.

La Fundación Ramón Areces ha adjudicado las ‘Ayudas a la Investigación en Ciencias de la Vida y de la Materia’ correspondientes a la XX edición de la iniciativa. La institución destinará 2.367.920 euros a 22 nuevos proyectos (en los que trabajan 141 investigadores) para avanzar en el conocimiento de enfermedades raras, cáncer, patologías neurodegenerativas y envejecimiento, seguridad alimentaria, cambio climático y nuevos materiales.

En esta convocatoria concurrieron 900 proyectos de centros de investigación, universidades y hospitales de todo el país. A la lucha contra la enfermedad, la Fundación Ramón Areces destina en la actual edición 1.695.920 euros, es decir, el 71,6% de los recursos asignados. Las enfermedades raras, el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas ocupan la atención de 16 de estos equipos, en los que trabajarán 93 científicos españoles.

Enfermedades raras (490.400 euros)

Las patologías poco frecuentes vuelven a ser las protagonistas en esta convocatoria. Cinco de los proyectos elegidos intentarán mejorar el diagnóstico o el tratamiento de estas enfermedades.

Uno de ellos lo dirigirá Lluís Montoliu, del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. El investigador dedicará los próximos tres años a investigar la fenotipación de modelos animales de enfermedades raras con discapacidad visual. Para ello, utilizará técnicas de edición genética.

El apoyo de la Fundación Ramón Areces llega en un momento en el que la pandemia acapara buena parte de la atención y los recursos. “Nos ha impactado a todos, también a los investigadores”, explica Montoliu a Innovaspain. “Quien más quien menos ha intentado contribuir aportando su conocimiento en la lucha contra el virus. Pero, lógicamente, son muchos los proyectos de investigación en marcha que no están vinculados a la COVID-19 y que han de seguir adelante y avanzar. En la medida de lo posible, no debemos retrasarlos ni abandonarlos”.

Apoyo imprescindible

Durante el último año, la ciencia a escalado posiciones en la percepción que la opinión pública tiene acerca de su valía e importancia. ¿Es el comienzo de un periodo en el que la investigación contará con un apoyo más contundente de parte de organismos públicos y privados?

“La ciencia nos ha sacado de esta pandemia. Lo ha hecho gracias al desarrollo en tiempo record de varias vacunas seguras y efectivas que están reduciendo el impacto de la infección. Cuando se universalicen y lleguen a todos los rincones del planeta, podremos respirar con mayor tranquilidad tras controlar la pandemia”. Este es para Lluís Montoliu un ejemplo nítido que muestra la relevancia de la ciencia para encarar los retos conocidos y los inesperados.

“El apoyo debe ser decidido, tanto desde ámbitos públicos como privados. Se puede articular a través de fundaciones o del mecenazgo. Quizá una de las buenas noticias que nos deja la pandemia sea constatar la existencia de empresas y ciudadanos particulares que han aportado sus fondos para investigar sobre la COVID-19. Un país que cuente con suficiente financiación -publica y privada- en ciencia, siempre estará mejor preparado para afrontar cualquier reto que la naturaleza nos plantee”. 

Investigación puntera

El equipo que encabeza Montoliu fue pionero en España en incorporar la tecnología CRISPR para la generación de nuevos modelos animales -ratones editados genéticamente- de enfermedades raras. “Gracias a ello, hemos podido desarrollar numerosos ratones portadores de mutaciones previamente diagnosticadas en pacientes. Por primera vez, podemos reproducir fielmente la misma alteración observada en pacientes en ratones editados, a los cuales llamamos avatar”.

Su laboratorio lleva más de 25 años investigando el albinismo, una condición genética poco frecuente que afecta a uno de cada 17.000 españoles. Ahora se propone observar si se recupera o restituye la visión tras el tratamiento con fármacos propuestos para la terapia de albinismo, como L-DOPA o Nitisinona, o tras terapia génica experimental.

El investigador agradece “enormemente” la confianza depositada por la Fundación Ramón Areces. “Aceptamos con responsabilidad los fondos asignados, que, en nuestro caso, emplearemos en analizar los diferentes nuevos modelos animales de enfermedades raras que hemos producido en el laboratorio. Gracias a esta ayuda, podremos validar y dilucidar su relevancia en la investigación de la etiología y de posibles tratamientos de enfermedades de baja prevalencia”. 

Más sobre enfermedades raras

Por su parte, Beatriz López Corcuera, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, estudiará la hiperplexia, un síndrome de gran relevancia clínica perinatal. Pedro Redondo Bellón, de la Universidad de Navarra, va a estudiar los nevus melanocíticos congénitos medianos, que son proliferaciones clonales originadas intraútero por una mutación somática activadora.

Eva María Richard Rodríguez, también del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, profundizará junto a su equipo en el conocimiento de la acidemia propiónica (AP).

El quinto de los proyectos de investigación que recibe ayuda para estudiar enfermedades raras lo dirigirá Vicente Rubio Zamora en el Instituto de Biomedicina del CSIC en Valencia. Se centrará en aquellas patologías que tienen origen genético.

Terapia personalizada, inmunoterapia y cáncer (262.000 euros)

Eva Ortega-Paino, del CNIO, va a estudiar la metástasis cerebral, un problema emergente en oncología que -según explica- limita el pronóstico del paciente y que merece un estudio específico.

“Al estallar la pandemia hubo que aunar fuerzas en la investigación de la COVID-19. El Biobanco del CNIO empezó a recoger muestras de pacientes infectados con el SARS-CoV-2, pese a que su función es recogida de las muestras para la investigación de enfermedades oncológicas”, detalla la investigadora a este periódico.

Pese a todo, en el CNIO multiplicaron los esfuerzos para no cesar en su empeño de derrotar al cáncer. En plena pandemia vio la luz la Red Nacional de Metástasis Cerebral (RENACER) integrada por 13 hospitales españoles. Estos centros nutrirán el citado Biobanco del CNIO con muestras de pacientes que hayan dado su consentimiento. El objetivo es potenciar la investigación de la metástasis cerebral a nivel nacional e internacional.

Con el apoyo de la Fundación Ramón Areces, Eva Ortega-Paino espera aumentar, optimizar y mejorar la recogida de muestras de RENACER. “Me gustaría visibilizar además la importancia de la colaboración entre todos los actores involucrados en el proyecto: hospitales, biobancos y pacientes. Sin duda alguna, juntos podemos”.  

Un Pacto de Estado por la Ciencia

La investigadora agradece a la Fundación Ramón Areces la ayuda prestada en un momento clave para la ciencia. “Como soy optimista por naturaleza quiero pensar que, al haber visto las orejas al lobo, se están tomando cartas en el asunto y buscando salidas a la situación precaria en la que ha vivido la ciencia en España en los últimos años”, argumenta Ortega-Paino. La investigadora del CNIO añade que la pandemia ha puesto de manifiesto las deficiencias del sistema motivadas por “recurrentes recortes en ciencia y sanidad además de la escasez de un tejido industrial sólido”.

Ortega-Paino defiende la necesidad de promover un sistema robusto de financiación en ciencia, independiente de vaivenes políticos. “Hablo de un Pacto de Estado por la Ciencia para que España iguale o mejore los niveles europeos de inversión en distintos ámbitos. Sin ciencia no hay desarrollo, y sin desarrollo no hay futuro”.

Nuria Malats, compañera de Eva Ortega-Paino en el CNIO, en colaboración con Ravid Straussman, del Instituto Weizmann, van a estudiar el cáncer de vejiga, cuya incidencia está aumentando en los países en desarrollo.

Infección: alerta precoz, prevención y tratamiento (224.000 euros)

Otros dos proyectos investigarán aspectos de la enfermedad relacionados con infecciones. Desde el Instituto de Micro y Nanotecnología del CSIC, Eduardo Gil Santos estudiará el diagnóstico inmediato y universal de enfermedades infecciosas basado en capilares optomecánicos.

Por su parte, Beatriz Salinas Rodríguez, de la Fundación Investigación Médica Hospital Gregorio Marañón de Madrid, se propone realizar la síntesis y evaluación “de nuevos radiotrazadores selectivos de Clostridium difficile basados en los anticuerpos antitoxinas Actoxumab y Bezlotoxumab para la determinación del grado de agresividad del proceso infeccioso y predicción de recidiva”.

Envejecimiento y enfermedades neurodegenerativas (271.520 euros)

Para Manuel Sánchez Malmierca, del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca, “existe una creciente evidencia de que la discapacidad auditiva está asociada con el deterioro cognitivo y la demencia”. Por ello evaluará diversas características cognitivas y conductuales de la demencia. Vanesa Soto León, del Hospital de Parapléjicos de Toledo, va a estudiar los mecanismos y los efectos de los campos magnéticos estáticos sobre el cerebro.

El doctor José Viña Ribes, de la Universidad de Valencia, va a profundizar en el estudio del envejecimiento desde un aspecto innovador. “Es probable que una mejor comprensión de la producción de energía mitocondrial sugiera intervenciones para promover un envejecimiento enérgico y vigoroso”, afirma.

Diálogo intercelular e interactoma: implicaciones patológicas (448.000 euros)

En el Instituto de Investigaciones Químicas de la Universidad de Sevilla, del CSIC, Irene Díaz Moreno se marca como objetivo aclarar las bases moleculares del cáncer y de las enfermedades neurodegenerativas a través de la biointeractómica de la respuesta al daño en el ADN en homeostasis y la enfermedad. En esta misma área, Isabel Fabregat Romero, del lnstitut d’lnvestigacio Biomédica de Bellvitge, en Barcelona, empleará modelos animales para probar nuevos tratamientos para la fibrosis hepática.

Desde la Universidad del País Vasco, Félix M. Goñi Urcelay va a dedicar sus esfuerzos a la interacción célula de mamífero-célula bacteriana y a estudiar el papel de los esfingolípidos. Petronila Penela Márquez avanzará en el estudio de las células malignas del cáncer colorrectal en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid.

Seguridad alimentaria y biotecnología (224.000 euros)

En este campo de investigación van a profundizar María Carmen Martí Ruiz, del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura del CSIC, y Miguel Sáenz de Pipaón Marcos, del Hospital Universitario La Paz de Madrid.

En los próximos tres años, Martí Ruiz estudiará con su equipo de colaboradores la red de señalización circadiana del almendro para identificar genes que podrían ayudar a los criadores a mejorar la productividad, especialmente en condiciones de sequía. Por otro lado, Sáenz de Pipaón buscará fórmulas nutricionales para el control del déficit de ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido araquidónico (AA) en niños extremadamente prematuros.

Cambio climático y energías renovables (224.000 euros)

A paliar los efectos de la acción del hombre sobre el planeta están enfocados los proyectos de Olga Caballero Calero, del Instituto de Micro y Nanotecnología-CNM-CSIC de Madrid, y Josep Peñuelas Reixach, del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales.

Caballero ha puesto en marcha el proyecto MicroTENERGY, que busca una tecnología que sustituya las baterías convencionales en microdispositivos de uso común por otras “respetuosas con el medio ambiente, sostenibles, flexibles y autónomas”. Entre otras cosas, con el apoyo de la Fundación Ramón Areces, Peñuelas Reixach tratará de identificar y cuantificar las alteraciones impulsadas ​​por el cambio climático en el suelo y el agua, en organismos, ecosistemas y agroecosistemas.

Nuevos materiales. Fundamentos y aplicaciones (224.000 euros)

El proyecto de Víctor Sebastián Cabeza, de la Universidad de Zaragoza, demuestra las implicaciones de la nanomedicina para la investigación del cáncer. Por su parte, Xavi Ribas, de la Universidad de Girona, centrará sus investigaciones en la optimización de la tecnología que se ocupa de la captación de la energía solar.

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