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Antonio Ruiz Navarro: “La Ciencia, al igual que la Educación, debería ser considerada una cuestión de Estado”

El investigador del CEBAS-CSIC lidera el proyecto BIOFORG para desarrollar biofertilizantes más sostenibles y estrategias encaminadas a lograr modelos de Residuo Cero

Licenciado en Ciencias Ambientales y doctor en Química Agrícola por la Universidad de Murcia, Antonio Ruiz Navarro (Murcia, 1982) es uno de los 15 investigadores postdoctorales seleccionados por la segunda edición de ComFuturo, el programa de la Fundación General CSIC en alianza con Santander Universidades, Naturgy, Acerinox, Fundación Cepsa, Suez y Fundación Domingo Martínez.

Un mix público-privado similar a la carrera del investigador hasta la fecha, ya que, tras realizar su tesis -calificada cum laude- en el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), trabajó como asistente de investigación en la multinacional francesa VILMORIN, donde participó en el desarrollo de nuevas variedades de cultivos resistentes a factores bióticos y ambientales de zonas áridas.

En 2015 volvió al CEBAS-CSIC, donde desde el pasado septiembre ejerce como investigador ComFuturo dentro del Grupo de Investigación de Enzimología y Biorremediación de Suelos y Residuos Orgánicos del Departamento de Conservación de Suelos y Agua y Manejo de Residuos Orgánicos.

Su proyecto tiene nombre propio, BIOFORG, y está centrado en la conservación y mejora de la fertilidad edáfica mediante la valorización de residuos orgánicos y el empleo de biotecnologías microbianas. El objetivo es obtener biofertilizantes y desarrollar estrategias de gestión que garanticen la sostenibilidad de producción agrícola en ambientes sensibles a sufrir procesos de degradación.

Ruiz explica que el impacto socioeconómico previsto para BIOFORG “es notable debido al interés que generan este tipo de productos en relación a las nuevas normativas de producción y comercialización de fertilizantes en Europa ligadas a un modelo de gestión de recursos más próximo a la Economía Circular”.

El investigador aplica ahora el conocimiento adquirido en los últimos años, especializado pero de óptica multidisciplinar en el estudio de la fertilidad edáfica, ya que durante su doctorado realizó varias estancias en diversas instituciones nacionales e internacionales como el Departamento de Termodinámica de la Facultad de Física en la Universidad de Valencia, el Departamento de Biogeoquímica y Medioambiente de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) y el Departamento de Fisiología y Estrés Abiótico de la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD) del CSIC en Zaragoza.

Según Ruiz, BIOFORG trata de dar respuesta a dos de los retos principales a los que ha de enfrentarse la sociedad para encaminarse hacia el desarrollo sostenible. “En primer lugar estamos obligados a poner en marcha estrategias que incrementen la tasa de valorización de residuos orgánicos urbanos con el fin de minimizar el impacto ambiental y social y lograr un modelo de gestión orientado al ‘Residuo Cero’”. Por otro lado, el investigador alude a la necesidad de implementar nuevas vías de fertilización que reduzcan el uso intensivo de agroquímicos minerales de síntesis -especialmente fosforados- en favor de abonos orgánicos “más eficientes y respetuosos con el medioambiente que aseguren la sostenibilidad de la actividad agrícola”.

En los tres años durante los que tendrá el apoyo directo de ComFuturo, Ruiz confía en que los resultados de la investigación que lidera le permitan adquirir conocimiento y competitividad para concurrir en otras convocatorias, preferiblemente en España aunque no descartar salir fuera. “No obstante, debido a la idiosincrasia del programa, explorar la integración en alguna de las entidades con las que colaboro o similares también podría ser otra opción para desarrollar una actividad científico- técnica más aplicada”, añade.

En su día a día, el investigador lamenta los esfuerzos que implican las complejidades burocráticas y a los trámites administrativos, lo que hipoteca parte del tiempo que está en disposición de dedicar a la pura investigación. También coincide con buena parte de sus colegas en señalar como una barrera a derribar la débil relación entre el ámbito científico-investigador y la sociedad (ciudadanos, empresas, administraciones públicas, organizaciones). “Aún se cree que invertir en investigación no es inversión, que no habrá retorno en el tiempo”. Una visión cortoplacista en la que señala como culpables tanto a la empresa privada como al ámbito público. “Por suerte, cada vez son más las entidades con una nueva forma de pensar y de actuar, y por tanto con una mayor voluntad colaborativa”.

El problema, según Ruiz, viene de lejos. “La Ciencia en España siempre se ha percibido como algo no prioritario”, apunta el investigador, para quien el mejor reflejo de esa tendencia es que en las dos legislaturas anteriores no existirá un ministerio propio. “La gestión política de la Ciencia ha sido muy deficiente y, al igual que la Educación, debería ser una cuestión de Estado, ya que no invertir en I+D es sinónimo de no hacerlo en futuro y progreso”.

El joven científico intuye necesaria que investigación pública y privada se “entrelacen” con más ímpetu y asiduidad siguiendo el modelo ComFuturo. “Ya no basta con generar conocimiento, sino que hay que transferirlo cuanto antes a la sociedad”. Para lograrlo, llama a aumentar la financiación y a favorecer que la ciencia no sea percibida como “algo extraño hecho por frikis encerrados en sus laboratorios, sino como la trastienda de todos los grandes avances que hacen que vivamos mejor”.

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