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Comprender las emociones humanas, un avance hacia la conquista de la conducción autónoma

El IBV, dentro del proyecto SUaaVE, busca humanizar las acciones del coche autónomo y mejorar la experiencia del viaje con un sistema capaz de estimar en tiempo real el estado mental, tanto cognitivo como emocional, de los viajeros
ibv conduccion autonoma

Aunque suene paradójico, dentro del mundo de la conducción autónoma el factor humano sigue siendo determinante. El objetivo de los coches autónomos ya no es solo llevarnos del punto A al punto B de manera segura y efectiva, sino conocer bien a sus conductores –o más bien pasajeros–. Es decir: un vehículo autónomo que nos entienda. En ello trabaja el Instituto de Biomecánica (IBV) dentro del proyecto SUaaVE –‘Supporting acceptance of automated Vehicle’-, financiado por el programa europeo ‘Horizon 2020’. El objetivo es humanizar las acciones del coche autónomo y mejorar la experiencia del viaje con un sistema capaz de estimar en tiempo real el estado mental, tanto cognitivo como emocional, de los viajeros.

Para el desarrollo de esta nueva tecnología se han realizado pruebas en el HAV, un simulador de conducción dinámico y altamente inmersivo del IBV, en el que los participantes han vivido la experiencia de viajar en modo autónomo en diferentes escenarios, diseñados para provocar las emociones más representativas que pueden sentir los pasajeros y poder analizar sus señales fisiológicas. "Una forma de mejorar la experiencia del usuario es el desarrollo de vehículos empáticos que comprendan cómo se siente el pasajero, con altos niveles de automatización y capaces de responder a esos sentimientos teniendo en cuenta el entorno y el contexto", explica José Solaz, director de Innovación en Automoción y Movilidad del IBV.

Hasta ahora, las investigaciones en vehículos autónomos se han centrado principalmente en soluciones técnicas sin considerar aspectos intangibles, como la percepción de seguridad, que podrían ser perjudiciales para la aceptación de esta tecnología. Los trabajos que están llevándose a cabo desde el IBV combinan estadística clásica e Inteligencia Artificial (IA) con el fin de diseñar un modelo centrado en las personas que permita al vehículo gestionar acciones correctivas para mejorar el trayecto de sus ocupantes.

"Con este proyecto conseguimos simular situaciones de conducción del mundo real que serían demasiado arriesgadas o complicadas para recrearlas de forma fiable en la carretera o en una pista de pruebas y sobre todo muy difícil de asumir a nivel de costes. Hemos podido monitorizar aspectos de comportamiento como la expresión facial y cambios fisiológicos como la frecuencia respiratoria, la frecuencia cardíaca y la sudoración", detalla Solaz.

En esta primera fase, un total de 50 personas voluntarias participaron en la experiencia de ir en un coche autónomo empático. La muestra estaba compuesta por conductores de edades comprendidas entre 25 y 55 años, y con una distribución balanceada de mujeres y hombres.

Las futuras líneas de investigación se centrarán en la optimización del modelo a través de su entrenamiento para obtener altos niveles de precisión no sólo por las experiencias en el simulador sino también mediante la monitorización de conductores y pasajeros en condiciones reales de conducción. "El proyecto nos permite adaptar, por ejemplo, el modo de conducción de los vehículos autónomos para adaptarse a las necesidades del usuario, lo que aumenta la confianza en estos coches y, por tanto, su aceptación y éxito en el mercado", concluye Solaz.