Objetivos 2030

Con la colaboración  de

Cosentino

El éxito energético de Dinamarca, ¿replicable en Madrid?

Son muchas las lecciones que el país escandinavo deja en este ámbito, pero su embajador, Jens Kisling, las resume en una frase: "la mejor energía es la que no se consume"
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Vista del paseo marítimo de Nyhavn, en Copenhague.

Madrid quiere seguir la estela danesa en su transición energética. Son muchas las lecciones que Dinamarca deja en este ámbito, pero su embajador, Jens Kisling, las resume en una frase: "la mejor energía es la que no se consume". Frente a los sistemas aplicados tradicionalmente en España para generar calor de forma independiente en cada edificio, Dinamarca apostó ya a principios del siglo XX por la calefacción de distrito.

A ello hay que sumar un cambio radical en los sistemas constructivos, producido en Dinamarca a partir de los años noventa, que redujo la demanda energética. Los nuevos edificios comenzaron a incorporar envolventes más aislantes y más herméticas, consiguiéndose así temperaturas interiores más confortables, menos corrientes de aire indeseadas con las ventanas cerradas y menos contaminación acústica. Aumentaron así los huecos, la sustitución de muros por ventanas, incrementándose la iluminación natural. Más recientemente se han ido incorporando nuevas tecnologías para mejorar esa eficiencia e incrementar el confort que se hace imprescindible en la sociedad del bienestar.

Kisling no esconde que "estamos ante un momento complejo", pero que "si queremos construir una nueva Europa tenemos que mejorar la eficiencia energética. Para Dinamarca esto no es tan nuevo, de hecho llevan décadas de ventaja al resto de vecinos europeos. Ya con la crisis del petróleo en los años 80, su sistema de calefacción de distrito se consolidó como alternativa. Aunque la cifra varía según la tecnología empleada –biomasa, bomba de calor o quema de residuos–, las redes de climatización urbana suponen un ahorro en la producción de energía térmica, dada la reducción de potencia instalada y el aumento del rendimiento de los equipos emplazados en la vivienda, que oscila entre un 20% y un 50% con respecto a los sistemas tradicionales.

Tanto las redes de climatización como los sistemas avanzados de envolventes han marcado claramente dos vías para la reducción del gasto energético que han posicionado al modelo danés como referente en el sector. "Solo en los últimos 10 años Dinamarca ha conseguido, gracias a su estrategia de eficiencia energética, reducir el consumo energético más del 10%, mientras que ha incrementado la superficie calefactada en un 10% en este mismo periodo", destaca Anne Svendsen, representante de la Danish Energy Agency.

Para Svendsen, presente junto al embajador en una jornada organizada por la la Comunidad de Madrid y la Embajada de Dinamarca en España, la capital española está ante una gran oportunidad de cambiar y mejorar su modelo energético y ser el faro que guíe a España en esta transición. "Hay que ser ambiciosos", asegura. Eso supone, por ejemplo, "mejorar las viviendas antes para aprovechar el potencial de las energías renovables". Dicho de otro modo: comenzar a construir un nuevo modelo desde ya para anticiparse a posibles crisis energéticas como la actual derivada, entre otros factores, de la guerra de Ucrania.

La calefacción y la refrigeración son responsables de más del 50% de la demanda de energía útil final en la Unión Europea, lo que evidencia la importancia del desarrollo de sistemas eficientes de generación y distribución de calor y frío para la climatización.

En 2015 la Unión Europea, a través de su Directiva de eficiencia energética en edificios (EPBD), marcó un objetivo para 2020: que todos los edificios de nueva construcción a partir de esa fecha fueran de consumo energético casi nulo, con una clara apuesta por las energías renovables y la producción in situ; sin que esto afectara al confort y la salud de sus habitantes. Este hecho, derivado de la realidad del cambio climático y sumado a la actual crisis energética, ha convertido a la eficiencia energética en edificación en un objetivo prioritario que España, con Madrid a la cabeza, quiere conquistar.

Dinamarca tiene claro el camino hacia las cero emisiones, un objetivo que quiere alcanzar antes de 2030. De hecho, 2025 es una fecha marcada en rojo en el calendario danés. Cuando Copenhague haya sido Capital Mundial de la Arquitectura, en 2023, la ciudad ya debería haber conquistado su objetivo de ser la primera capital neutra de carbono de Europa. El camino a seguir, como señala Svendsen, se basa en la reducción de costes de la energía, la mejora de las condiciones de vivienda y generar puestos de trabajo en torno a las renovables. Está aún por ver si Madrid, y España en su conjunto, seguirán estos mismos pasos.

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