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Españoles ‘Under35’. César de la Fuente, doctor en Microbiología e Inmunología

César de la Fuente

César de la Fuente, “Innovator Under 35” por el MIT Technology Review y doctor en Microbiología e Inmunología, cree que el mundo es infinito, gracias a las posibilidades que hay en él. Quizá por ello ha desarrollado una tecnología capaz de impedir la formación de comunidades complejas de bacterias (biopelículas) que son especialmente  resistentes a los antibióticos actuales (entre ellas están los patógenos ESKAPE, identificados por la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América como los organismos más resistentes del mundo). Este descubrimiento, de carácter sanitario, es de vital importancia, ya que se asocia con dos tercios de todas las infecciones en humanos.

“La tecnología tiene potencial para mejorar las infecciones causadas por biopelículas, que además de causar más del 65% de todas las infecciones, son altamente resistentes a muchos antibióticos convencionales que usamos en la clínica. Los péptidos también se podrían emplear para cubrir superficies y de este modo prevenir colonización por bacterias y posibles infecciones, por ejemplo en una mesa de operaciones quirúrgicas o en catéteres”, explica De la Fuente.

Aunque su juventud pueda indicar lo contrario, el doctor De la Fuente trabaja en un Postdoctoral Associate en el MIT, además de haber sido publicado en más de 30 artículos de investigación y reviews y tener becas doctorales de instituciones como la Fundación la Caixa y Fundacion Canadá o una beca postdoctoral de la Fundación Ramón Areces. Su experiencia, que le hace ser un gran experto en la materia farmacéutica, le hace considerar que este sector, en cierto modo, es el más avanzado en el mundo de la innovación.

“Por ejemplo, en el caso de la investigación sobre nuevos fármacos antimicrobianos, en los últimos años ha habido un repunte en cuanto a la inversión en el diseño y descubrimiento de nuevas moléculas que puedan matar a las bacterias resistentes a antibióticos convencionales, también denominadas superbacterias. Esto ha llevado al desarrollo de nuevas e ingeniosas maneras de combatir a estas bacterias”, asegura, algo parecido a lo que él se dedica en estos momentos: el desarrollo de nuevos agentes terapeúticos basados en proteínas con el objetivo fundamental de tratar infecciones. “Para ello diseño y empleo principios de bioingeniería para generar pequeñas proteínas con funciones beneficiosas (antimicrobianas). Estos mismos métodos de microbiología e ingeniería de proteínas y péptidos se pueden emplear para afrontar otros desafíos médicos como la tuberculosis, malaria, cáncer o el VIH”.

Sus investigaciones podrían arrojar luz sobre enfermedades que todavía no están 100% estudiadas, o mejor dicho, curadas. De la Fuente considera que donde trabaja, en Massachusetts, la situación es ideal para avanzar e innovar. Según él, hay mucho interés en la innovación y la ciencia, lo cual se refleja tanto en las universidades, startups y compañías, como en el ambiente en general. “Y eso se contagia. Hay un hambre enorme por cambiar el mundo a través de la tecnología, la ciencia y la innovación”.

Por otro lado, nuestro país también cuenta con una gran cuna de conocimiento en biomedicina, microbiología e ingeniería, incluyendo la ingeniería informática y química. Es decir, “tiene todos los ingredientes necesarios para poder desarrollar terapias basadas en proteínas. Pero hace falta la mecha, que en este caso sería una inversión fuerte por parte del sector público (como las universidades) y/o privado, y la creación de colaboraciones fluidas (hubs de investigación y desarrollo) y sinergias entre miembros de estas disciplinas”, explica uno de los jóvenes innovadores más relevantes de España.

Un joven innovador cuyas investigaciones podrían llegar hasta ensayos clínicos, y con suerte, algún día se podrían usar estas terapias para ayudar a combatir infecciones que hoy en día no se pueden tratar. O por lo menos ese es su objetivo. Aunque, como él mismo afirma, el sector farmacéutico está en constante periodo de evolución, ya que “ha llegado la hora de desmarcarse de la manera tradicional de desarrollar terapias antimicrobianas”, especifica. “Ahora empleamos un modelo interdisciplinar que combina no solo principios de microbiología, inmunología y conocimiento médicos, sino también conocimiento de ingeniería y nociones de biología computacional. Este es el presente y futuro del campo. La intersección de todos estos factores va a facilitar poder abordar uno de los desafíos más grandes en el diseño de proteínas, que es la exploración más exhaustiva del espacio químico de estas moléculas. Creo que esto va a llevar al descubrimiento de proteínas y péptidos con propiedades terapéuticas sin precedentes”, asegura.