No es el primer intento de reconvertir el aceite de cocina. Muchos otros lo han intentado antes, pero nadie se había presentado con la solución bajo la mano: transformar el aceite que sobra, el que se suele tirar por el desagüe… en detergente para casa. Así es el proyecto Valcookoil, que, en línea con los principios de la economía circular, ha desarrollado un sistema de recuperación, purificación y modificación que crea nuevos materiales híbridos y, con ellos, una segunda vida.
«El aceite de cocina usado es un residuo abundante y complejo de gestionar, pero también una oportunidad. Nuestro objetivo es convertirlo en una materia prima viable para el mercado de la limpieza en el hogar», declara Adolfo Benedito, investigador en Descarbonización en Aimplas, uno de los institutos involucrados en el proyecto Valcookoil junto con empresas valencianas del sector.
El fin es claro: convertir el aceite de las patatas fritas de las croquetas en un detergente que se pueda usar en casa, pero la cuestión es cómo lo van a llevar cabo. «A diferencia de otros proyectos que se quedan en la escala de laboratorio —insisten desde Aimplas—, se contempla también el diseño y validación de nuevas formulaciones de detergentes y jabones, con el propósito de demostrar que el aceite usado puede convertirse en una alternativa real y sostenible a las materias primas derivadas del petróleo».
Y es que esta iniciativa no es sólo una lucha individual: es una colaboración para lograr un objetivo claro de innovación. O, como dice Benedito, «este proyecto demuestra cómo la colaboración entre empresas, universidades y centros tecnológicos puede generar soluciones con beneficios ambientales, económicos e industriales».
Cómo se transforma
Explican que uno de los grandes retos de Valcookoil es el de eliminar los contaminantes de los aceites de cocina, tanto los orgánicos como los inorgánicos. Así, ¿qué hacer? «El equipo de investigación desarrolla materiales híbridos filtrantes de nueva generación, que combinan espumas celulósicas con estructuras porosas tipo MOF (Metal-Organic Frameworks) [diseñadas por el equipo liderado por Emilio Pardo en el Instituto de ciencia molecular (ICMol), de la Universidad de Valencia (UV)]». Según Aimplas, estos materiales garantizan un alto grado de reciclabilidad y aportan un claro beneficio medioambiental.
Benedito, por su parte, apunta que «trabajar con residuos como el aceite de cocina implica diseñar soluciones a medida. Con estos nuevos materiales buscamos un proceso eficaz, escalable y sostenible».
Además, estos filtros avanzados ofrecen «una filtración selectiva y de alta eficiencia», lo que permite obtener oleínas, obtenidas del aceite, «más puras y adecuadas» para su posterior transformación en productos de limpieza. Y, ya por último, el sistema se validará en un prototipo experimental de laboratorio, que recreará todas las fases del proceso: del aceite que usamos en la cocina, pasando por su reconversión, a la espuma que lo limpiará.




