Mateo Valero: “Europa tiene que dejar de comprar superordenadores y empezar a construirlos”

El director del BSC-CNS y el periodista Robin Wauters han escrito juntos uno de los capítulos de ‘Faster than the future. Facing the digital age’, el libro auspiciado por Digital Future Society, presentado ayer
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Mateo Valero (Imagen cortesía del Barcelona Supercomputing Center - www.bsc.es).

Dentro de su propósito de abordar desde todas las ópticas la revolución digital, Digital Future Society presentó ayer el libro “Faster than the future. Facing the digital age”. El trabajo ha corrido a cargo de diez parejas formadas por académicos y periodistas que reflexionan en torno a los desafíos económicos, sociales y éticos derivados de la emergencia digital. Uno de los capítulos de la publicación -cuya descarga es gratuita- ha sido escrito a cuatro manos por Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, y el periodista Robin Wauters, fundador de Tech.eu.

Pandemia y colaboración

Millones de procesadores trabajando juntos, los ordenadores más rápidos y las redes más potentes del mundo hacen de la supercomputación un campo llamado a cambiar los tiempos del progreso. También ante la pandemia del COVID-19. “Habíamos hecho algunas investigaciones relacionadas con el cáncer que nos permitieron cambiar el foco rápidamente cuando el virus empezó a propagarse”, señalaba Valero. “Muchos tipos de vacunas exigen gestionar una gran cantidad de datos. Es similar a cuando analizamos con nuestras herramientas una radiografía o un tac. Podemos incluir algoritmos, procesamiento del lenguaje natural y toda la literatura científica publicada sobre una cuestión específica. Toda esa información la ponemos a disposición de los médicos, que son quienes toman las decisiones”.

En esta línea, Mateo Valero avanzaba que, entre los objetivos del BSC-CNS, está el de seguir siendo parte activa de la investigación médica, cuya faceta colaborativa se ha visto potenciada en los últimos meses. “Es una oportunidad única de cooperación. Tenemos ante nosotros la posibilidad de reunir todos los datos originados en los hospitales y ponerlos en manos de los investigadores para que puedan anticiparse al futuro”, añadía. “Aunque solo somos una pieza de un puzzle muy grande, necesitamos investigar y colaborar juntos, porque los problemas los sufrimos todos”.

A este respecto, Robin Wauters apuntaba que, pese a ser cierto que no es posible hablar de fronteras a la hora de afrontar cuestiones globales -cambio climático, emergencia sanitaria- la realidad es que los aspectos más oscuros del tapete geopolítico también han llegado a la supercomputación. “Si un país se hace con un superordenador para, por ejemplo, mejorar sus prestaciones militares o de defensa, es probable que sus intenciones no estén alineadas con la anhelada colaboración en la que la información es compartida”.

Europa debe acelerar

Sin negar la evidencia de estas tensiones, Mateo Valero recordaba que la supercomputación también es una carrera en la que, por ahora, Europa no va en cabeza. “Actualmente, Europa es compradora de superordenadores, y esto no es bueno. Hace 25 años, Linux democratizó el desarrollo de software, lo puso al alcance de todos, pero, ¿qué sucedió con el hardware? En resumen, es propiedad de los americanos y el ordenador más potente a día de hoy está en Japón. Europa tendría que empezar fabricarlos”.

“¿Cómo vamos a construir un ecosistema informático europeo sin nos falta el componente más importante? Sin un procesador propio estamos perdidos”, aseguraba el experto. “Tenemos que acabar con esta situación y desarrollar procesadores para los supercomputadores, pero también para los coches autónomos. Si no, llegarán malas noticias a la industria europea”.

Robin Wauters ratificaba las tesis de Valero. “Europa va a la zaga por razones históricas. Deberíamos desempeñar un rol. Los gobiernos nacionales y las instituciones europeas son conscientes de ello y espero que mejoremos pronto en este sentido. Tenemos que ser propietarios de tecnología y no lo somos. Hay que dar pasos adelante”. Mateo Valero añadía que “es importante que las TICs europeas cuenten con un entorno que no dependa de terceros. Necesitamos una estrategia colaborativa, es cierto, pero también protegernos un poco”.

Disrupciones

Con la mirada en el medio y largo plazo, ambos coincidían en la envergadura de una revolución que ya está en marcha. “La supercomputación cambiarán las ciudades, la fabricación, la entrega de mercancías, la química molecular o la mecánica cuántica”, detallaba Robin Wauters. Por su parte, Mateo Valero volvía a detenerse en la investigación médica como el área donde cree que su trabajo y el de sus colegas adquirirá mayor protagonismo. “Estos ordenadores pueden lidiar con ingentes cantidades de datos y asociar la información de un modo inalcanzable para el mejor de los médicos. Nuestro trabajo será además importante en la gestión del cambio climático, la creación de gemelos digitales y en la búsqueda de energías verdes”, concluía el director del BSC-CNS.

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