Hace 100 años, la Sociedad Española de Amigos del Arte celebró la exposición ‘Arte prehistórico español’. En una sala del antiguo Museo de Arte Moderno -en el edificio que hoy comparten la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional (MAN)- el arte rupestre se convirtió en algo accesible para el público general. Una democratización del conocimiento que hay que agradecer al trabajo que durante casi 20 años desarrollaron dos grupos de investigadores españoles, franceses y alemanes.
Inspirado en este hito fundacional a escala planetaria, el MAN alberga (desde hoy y hasta el 31 de julio) la exposición ‘Arte prehistórico, de la roca al museo’. La muestra ha sido organizada por el Ministerio de Cultura y Deporte y Acción Cultural Española (AC/E). Ha contando con el apoyo de Bolsas y Mercados Españoles (BME) y la Asociación Cultural de Amigos y Protectores del MAN (ACAPMAN).
“La exposición de 1921 es el principio de un camino que todavía seguimos recorriendo: la musealización del arte rupestre”, explican desde el MAN sobre un acontecimiento que supuso el inicio de la difusión a gran escala del arte más antiguo creado por los seres humanos. “No solo se trataba de dar visibilidad a una investigación, llevada a cabo a menudo con escasos medios y de una forma heroica, en cuevas y parajes de difícil acceso. También intentaba transmitir a un público que aún no había descubierto el turismo cultural la grandeza de ese arte primitivo”, añaden.
Un precedente clave
Una de las primeras consecuencias de aquella exposición fue la entrada del arte prehistórico en los museos. Primero lo hizo a través de representaciones que con el tiempo evolucionarían a fórmulas más complejas procurando la inmersión del espectador en el ambiente en el que ese arte fue creado. Pero la exposición actual es más que un reconocimiento de la anterior. “Refleja cómo ha evolucionado el análisis del arte prehistórico, tanto a nivel de su estudio e investigación, como de su presentación y exposición al público”.
España es uno de los países con mayor número de sitios reconocidos por la UNESCO en este campo. El pistoletazo de salida lo dio la Cueva de Altamira en 1985. Una declaración que en 2008 fue ampliada a muchas de las cuevas con arte paleolítico de la cornisa cantábrica. Desde 1998, la lista de sitios es ampliada en el arco mediterráneo con abrigos de arte levantino y esquemático. Es completada ese mismo año con la declaración transfronteriza formada por el Valle del Côa en Portugal y en 2010 con la zona salmantina de Siega Verde. La más reciente declaración recae sobre el Paisaje cultural del Risco Caído y montañas sagradas de Gran Canaria (2019).
La exposición en el MAN
Dividida en 5 secciones, los visitantes de ‘Arte prehistórico, de la roca al museo’ disfrutarán de 250 piezas procedentes del propio MAN y otras instituciones como el Museo del Traje o el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander. Entre ellas se encuentran lienzos que representan algunas de las imágenes más emblemáticas del arte rupestre español, expuestos por primera vez en 70 años, así como herramientas, ídolos, objetos cerámicos o estelas grabadas, procedentes del contexto arqueológico de dichas pinturas.
La exposición contará con visitas guiadas gratuitas, visitas-taller para público infantil y un ciclo de conferencias impartidas por especialistas de diferentes periodos. A partir de septiembre, la exposición podrá verse en el Museo de Altamira, y posteriormente viajará a Portugal y Francia.
Todas las piezas exhibidas han sido previamente revisadas y analizadas. Un gran número de las mismas ha pasado por los laboratorios de restauración. De ello se ha encargado el Departamento de Conservación del Museo Arqueológico Nacional, apoyado por restauradores externos. Los grandes lienzos creados para la Exposición de Arte Prehistórico de 1921 han requerido de un trabajo más intenso. La mayoría llevaban décadas almacenados y enrollados. Ha sido necesario proceder a su limpieza, reintegración de faltas y roturas, así como al montaje en bastidores nuevos. Muchas piezas sobre distintos soportes, desde objetos en hueso, piedra o cerámica a obras sobre papel e incluso libros han requerido cuidados especiales.