En un mundo polarizado, donde las tensiones comerciales y tecnológicas entre grandes potencias configuran nuevos equilibrios internacionales, la propiedad industrial —patentes, modelo de utilidad, diseños industriales— emerge como un vector estratégico para la soberanía tecnológica. Así lo explicó en la Presentación del Anuario de la Innovación en España 2025, Luis Ignacio Vicente del Olmo, consejero estratégico de PONS IP: “Como sociedad tenemos el reto y la misión de proteger los activos intangibles”.
Según detalló durante su intervención en panel ‘Ciencia con impacto. Rentabilizar la innovación’; si analizamos el valor de las principales cotizadas en el índice Nasdaq, “el 40% de su valor ya procede de activos intangibles”. Una realidad que trasladada a los movimientos comerciales y a los flujos económicos mundiales “nos lleva a tener en cuenta no solo los productos físicos, sino también la tecnología embebida en ellos y la que se comercializa directamente en las redes”.
Así, explica el consejero estratégico de Pons IP, “lejos del ruido inicial generado por los grandes porcentajes anunciados desde la administración Trump en su nueva política arancelaria, hemos visto como el impacto real en los mercados ha sido menos brusco de lo esperado”.
Control de los flujos comerciales. ¿Con aranceles o con propiedad industrial?
China ha roto la hegemonía americana y estamos ante un nuevo orden mundial en el que Vicente del Olmo, pone el foco sobre otras políticas complementarias que Estados Unidos ha activado para mitigar su pérdida de relevancia en el nuevo escenario y garantizar su propia soberanía.
Se refiere a las medidas implementadas desde su Oficina de Patentes y Marcas para proteger su tecnología – comercialización, gestión- y también para limitar el uso de tecnologías foráneas en sus procesos de fabricación. “A través de la protección de la propiedad intelectual y la propiedad industrial se controlan y aseguran los flujos comerciales”.
Por lo tanto, incide, “como la soberanía tecnológica es una pieza fundamental de la soberanía estratégica, proteger la propiedad industrial e intelectual se convierte en una herramienta vital para asegurar dicha soberanía estratégica”.

España necesita “sofisticar su modelo de innovación”
Si miramos a la situación en España, para Luis Ignacio Vicente del Olmo, el diagnóstico está más o menos claro. En inversión en I+D estamos en el 1,5 del PIB, porcentaje -todavía susceptible de crecimiento- que contrasta con el hecho de “si estudiamos cómo crece España, vemos que lo hace en base a las empresas de valor añadido que a la postre mejoran nuestra calidad de vida”. Esta realidad “urge a sofisticar el modelo de innovación y pasar de ser usuarios pasivos de tecnología a actores con voz propia”.
Para ello, propone “diferenciar entre I+D e innovación que se convierte en dinero. Igualar el lenguaje cundo hablamos de investigación e innovación y pensar cómo crear más valor y mejorar el nivel de vida”. “La propiedad industrial nos ayuda a discernir y a crear ecosistemas reales de colaboración que permitan activar los intangibles sobre los que sustentan las soberanías tecnológica y estratégica”, remarca.
“Más tecnología en la agenda política”
España ocupa el décimo puesto mundial en publicación de papers, y el vigesimocuarto en solicitud de patentes (y faltaría analizar cuántas de las patentes registradas se están explotando) ¿Dónde perdemos comba?
Según analiza el consejero estratégico de Pons IP, muchas de las patentes nacen en el ámbito público y su llegada al mercado es más compleja. “Nos falta una estructura de empresas tractoras que las fomenten y permitan que el talento se quede como mínimo en Europa. La protección ayuda a conseguirlo”.
Para Luis Ignacio Vicente del Olmo, en sectores como la biotecnología o la cuántica, donde Europa tiene todavía una oportunidad, “el papel de las patentes es fundamental”. “No podemos quedarnos en los papers y hay que hablar más de tecnología como parte de las agendas políticas”, concluye.



