El planeta pierde cinco millones de árboles al día y, con los incendios de este verano, es posible que la cifra en España alcance los mil millones. “Y los necesitamos a todos”, clama en esta entrevista para InnovaSpain el naturalista (escritor, columnista, director, realizador, guionista y presentador) Joaquín Araújo. Su carrera arranca a finales de los 60, y en 1975 ya estaba colaborando con Félix Rodríguez de la Fuente. Después de 121 libros publicados, más de 2.500 ponencias, su batalla de más de cinco décadas de activismo sigue más viva que nunca. “La mayor parte de la vida del planeta está sostenida por los árboles y el incendio es la metáfora final”.
Pregunta: ¿Te definirías como uno de los primeros naturalistas de España?
Respuesta: Mucho más radical, me considero el anciano de la tribu. Aunque todavía me subo a los árboles, son 57 años de activismo, de trabajar como periodista de información ambiental y, sobre todo, de vivir emboscado. Para mí lo más importante es vivir en plena naturaleza, en un lugar absolutamente maravilloso, observando, escribiendo, cultivando la tierra, cuidando de animales. Por así decirlo, es la vivencia en primera persona de algo que luego me dejan contar.
Pregunta: Con esta amplia perspectiva de más medio siglo, ¿cómo armarías una retrospectiva de la relación del hombre con la naturaleza en los últimos años?
Respuesta: Es verdaderamente complejo. El máximo de contradicción posible se da en este campo. Por decirlo literariamente, todo lo que tiene que ver con la naturaleza y medio ambiente en nuestra sociedad está absolutamente capturado por la intrascendencia más terrible, por mucho que ahora se hable de la ecología por esta amenaza de los colapsos. Los que contamos con esa perspectiva de más de medio siglo, podemos decir que está en algún lugar entre lo manifiestamente necesario y lo absolutamente fracasado.
Estamos por ahí en medio, se podría decir con legitimidad que todo lo que supone el pensamiento ecológico, la cultura ambiental, la ‘liternatura’, que ahora está en un apogeo efervescente y maravilloso, puede ser considerado como un gran fracaso, pero también como un gran triunfo. Nunca ha habido más oferta de todo lo que consideramos esencial, más agricultura ecológica, departamentos de la administración, nunca ha habido más dinero, debate público, pero nunca la salud de la tierra ha estado peor.
"La mayoría de ciudadanos gasta un 30% más de la energía estrictamente necesaria"
Pregunta: Existe un claro contraste entre estas acciones y la realidad.
Respuesta: Qué maravilla que sale más de un libro diario de cuestiones ambientales en un país como éste. Sí, pero mire, el aire, el agua, los animales, las corrientes termoalinas o los aspectos que pueden acabar en catástrofe no hacen más que aumentar. ¿Cómo valoramos eso? Pues hemos avanzado mucho y, al mismo tiempo, estamos retrocediendo mucho.
Como explicabas, vives en una coherencia absoluta de valores y forma de habitar. ¿Cómo guiarías a la mayoría de los ciudadanos que viven hoy en ciudades para poder también aplicar esta coherencia dentro de los límites urbanos?
El principal vínculo, que para la mayoría de la gente es invisible entre su vida cotidiana y la salud del conjunto de la biosfera, es su gasto energético. La mayoría de la gente no lo entiende, porque no es fácil además y porque hay demasiada comodidad aplastando las ideas. El despilfarro de energía lo comete el 99% de las personas, pues la mayoría gasta un 30% más de la estrictamente necesario y algunos hasta el 50% más para obtener los mismos resultados.
Lógicamente, si ésa es la principal relación con el aspecto más inquietante para prevenir la catástrofe climática, esa vinculación tiene que empezar a ser positiva. Por tanto, lo que puede hacer el más urbanita que exista es gastar menos energía.
"No es austeridad. Basta con un poco de cuidado y racionalidad"
Nuestro mundo actual está acelerado y centrado en la productividad, tampoco es bueno el consumo o los retos del mundo digital… ¿cómo reconectar con una forma de vida más respetuosa con el entorno?
Se puede apelar a una cierta responsabilidad y empezar a demandarte a ti mismo austeridad. Pero ni siquiera hace falta eso en una primera etapa, basta con un poco de cuidado y racionalidad.
Pasar a gastar un 30% menos de energía en tu vida cotidiana, en tu trabajo, en tu hogar o en tus desplazamientos no exige de una especial actividad. Es una cuestión de pequeños matices, hay que visualizarlos, interiorizarlos y lógicamente proceder.Son miles de pequeños detalles que están más que divulgados, pero ésa es la principal vinculación.
En tu pasada participación en el Hay Festival Segovia junto a Miguel Delibes, con la charla ‘La naturaleza que piensa’, se agotaron las entradas. ¿Existe una urgencia por saber más y acercarnos a la “lucha por salvar el planeta”?
Desde una perspectiva, que probablemente no es imparcial, si miramos la cantidad de ofertas y cursos, de convocatorias y congresos, de jornadas y festivales, hay mucha oferta con más o menos éxito. Puedo estar equivocado, pero no sé por qué extraño milagro me ha ido muy bien. Me han publicado 121 libros, la mayoría de ellos con repercusión, he dado más de 2.500 conferencias y todas estaban llenas.
Pero esto es una anécdota, no sé cuántos miles de personas hacen cosas parecidas. Pero sí que hay que tener en cuenta que, dentro de lo que supone una mayor oferta en la sociedad de temas esencialmente culturales y políticos, la inmensa cantidad de la gente no está consumiendo cultura, consumiendo sensatez, consumiendo un real pacifismo o feminismo. En ese aspecto todavía queda mucho por decir, por filmar, por locutar en radio, por predicar en directo, que es como yo lo digo desde una pequeña nota de humor.
¿Estamos dispuestos a una movilización real?
¿Cómo avanzar entonces en este aspecto?
La mayoría de la gente ama a la naturaleza, pero no se acuesta con la naturaleza. La mayoría estamos estremecidos por la naturaleza que va en aumento en montones de aspectos de la vida, ¿pero realmente practicamos un pacifismo activo? ¿O estamos dispuestos a un determinado tipo de movilización real?
Con el medio ambiente probablemente porque es lo que este tipo de civilización ha conseguido alejar de la vivencia, del interés, de la comprensión de las mayorías, ya que la dificultad es todavía mayor. Esto no significa que no hayamos hecho auténticas montañas, es muy importante que quede claro, estamos mejor y peor que nunca.
Entre estos avances o éxitos, ¿podrían estar los procesos de agricultura ecológica?
La agricultura ecológica es la que usa la mitad de la energía y agua de la convencional, un argumento aplastante. Hasta hoy la agricultura ecológica se ha multiplicado en un 8.000%, pero seguimos contaminando la tierra, existe un involucionismo en el mundo del sector primario, que están siendo manipulado para cargarse las normativas ambientales de la PAC, y se sigue sin entender qué se puede cultivar.
Para comprender este fenómeno, en los años 80 cuando empezó a tener un poquito de acogida en la sociedad, la agricultura ecológica la practicaba el 0,0001% y de ahí hemos pasado al 1,5 o 2,5%, según datos de las Comunidades Autónomas. Además, seguimos con el problema de que la agricultura es responsable de más del 20% del cambio climático.