¿Podemos entrenar los sueños en la tarea de innovar? ¿Qué dijo Julio César al cruzar el Rubicón que tuviera que ver con la innovación? ¿Es la tradición una herramienta que puede dilucidar el progreso? En “El Manifiesto de la Innovación. Los mandamientos de un Ser innovador” (Círculo Rojo, a la venta aquí), Javier Fernández Poyo (Madrid, 1982) pone palabras a la curiosidad y la inquietud que siempre le han guiado. Innovador forjado en el sector del retail y la moda en diferentes países y compañías, comienza una nueva etapa que aún no tiene “del todo claro” hacia donde le lleva, pero cuya primera piedra es un manifiesto con una mirada hacia la innovación inédita en España.
El Ser innovador
“Echaba de menos un libro que hablase de algunos aspectos que considero esenciales. Los procesos y las metodologías son necesarios, obviamente, pero, ¿cuál es la esencia de la innovación?, ¿de dónde procede?”. En una entrevista con Innovaspain, Javier Fernández Poyo detalla que se puso manos a la obra para volcar en la escritura la experiencia acumulada y el resultado de un práctica que comenzó hace mucho tiempo. “De vez en cuando, apunto mentalmente lo que yo llamo preceptos que, a la postre, se han transformado en los mandamientos del manifiesto, asociados a personajes, hecho históricos o anécdotas personales”. El libro da cabida a la filosofía, la mitología, la historia y la religión. “Todo este conjunto define lo que, a mi juicio, conforma un Ser innovador”, añade.
El experto admite que le hubiese gustado tener a mano un libro así al comienzo de su trayectoria. “Es una especie consultorio. Creo que me habría ayudado mucho, al menos en momentos concretos, proporcionándome calma y ánimo a partes iguales”. Y es que el manifiesto funciona además como “un guía espiritual para el innovador”, cuyos capítulos se pueden leer desordenados y al que es posible recurrir en momentos de duda; cuando toca rediseñar sobre una problemática específica desde una reflexión nueva.
Reflexión - Acción
En “El Manifiesto de la Innovación”, Fernández Poyo propone un viaje a través de una línea sideral. La reflexión establece analogías entre elementos del universo como la tierra, las estrellas, la luna, el sol, el cosmos y componentes irrenunciables del proceso innovador: visión sin límites, búsqueda y exploración o pensar diferente. Cada uno de capítulos culminan con uno de los citados mandamientos. “Es la bajada a tierra, donde queda patente cómo poner en práctica la innovación mediante principios muy fáciles de comprender”.
El autor destaca algunos de estos mandamientos que invitan a la acción directa, como: “Lidera con ejemplaridad y con la grandeza de un león africano”. “Disfruta de una buena demolición y deléitate con la nueva creación. Libérate de los ciclos”. “Fuerza la incomodidad, el nomadismo y permanece en una eterna diáspora”. Javier Fernández afirma que ha intentado dotar a los mandamientos de un “toque canalla” que no está reñido con la ortodoxia y el rigor que bañan la narración.
Algunos de los temas que expone el libro no son nuevos, pero su aplicación está relegada y conviene que pasen por una nueva actualización. “Por ejemplo, la necesidad de colaborar siempre ha estado ahí a lo largo de la historia para satisfacer demandas concretas y sobrevivir. Sin embargo, para progresar, muchas veces no queda otro remedio que desligarte de determinados grupos. En la innovación, existe la cooperación, pero, en ocasiones, llevar a buen puerto el proceso implica mayor autonomía, independencia y un absoluta libertad de movimientos”.
Más impulso de los poderes públicos
Javier Fernández celebra el buen momento de la innovación en cuanto a su calado social. “Que se hable más de innovación es una buena noticia. No olvidemos que, hasta hace no mucho, era percibida como una especie de leyenda dotada de connotaciones pseudocientíficas”.
“Dicho esto”, añade, “creo que queda mucho por hacer y que un país como España debería invertir un porcentaje mucho mayor del PIB en I+D”. Javier Fernández Poyo considera que este déficit provocado por las administraciones públicas ha sido cubierto por las corporaciones privadas. “La empresa ha dado un golpe sobre la mesa y su apuesta por innovar no deja de incrementarse. En materia formativa, también han surgido iniciativas muy interesantes, como los grados específicos de innovación y emprendimiento”.
El autor del manifiesto percibe otra corriente positiva. “La mentalidad está cambiando, y ahí se dirige el libro, a la esencia de la innovación. El camino a seguir es el de la nueva mentalidad de la empresa, donde más consejeros delegados y CEOs apuestan por situar la innovación en el centro de sus estrategias. Lo normal es que los CIO y cargos similares, ocupen, de forma natural, un espacio protagonista entre los poderes de decisión de las compañías. Los poderes públicos deben dejar de comportarse como meros espectadores pasivos para actuar y lideras procesos de innovación”.
España, madurez y emprendimiento
En este sentido, opina que España tiene una “verdadera oportunidad” de destacar en retail y moda. “Estamos ante la gran ocasión de cambiar el paradigma de los modelos de compra y venta. El país puede situarse en la vanguardia si añade sostenibilidad al giro innovador. Muchas compañías ya están involucradas en estos cambios”. Fernández cita otros sectores en los que España puede lograr posiciones de liderazgo, como el gaming, la salud y el bienestar o la educación.
Respecto a la madurez del emprendedor español, considera que el momento es importante. “Ha pasado el tiempo suficiente como para mucha gente haya podido experimentar. Digamos que han sido las cobayas del resto del ecosistema, algo que es de gradecer. Veo que los emprendedores ya no se quedan solo en España para captar inversión. Salen ahí fuera, aunque aún hay que derribar parte de la barrera de la timidez y el conservadurismo. Hace falta un poco más de descaro, pero las cosas cambian rápido. Detecto además otro elemento a favor. Tenemos la suerte de contar con un buen número de emprendedores experimentados, de cierta edad y recorrido, cuya trayectoria es aprovechable y cuyo porcentaje de éxito aumenta con cada nuevo proyecto. Son iniciativas por lo general bien estructuradas, con visiones amplias y certeras. Casi podemos decir que nacen como scale-ups”.
Cuba
Hace unos meses, “por avatares de la vida”, Javier Fernández Poyo pasó una temporada viviendo en Cuba. “En la isla empecé a escribir otro libro y me sumergí en la innovación cubana. Aunque suene extraño, allí también hay startups”. Comenzó a impartir una serie de charlas y la semana próxima participará en Jazz Emprende, mezcla de música y emprendimiento.
Junto a la impulsora de este festival, Marta Deus (CEO y cofundadora de Mandao, el "Glovo" cubano), y la abogada cubana residente en Madrid, Gabriela Amat, han decidido intervenir para evitar que las empresas emergentes de la isla mueran antes de tiempo y que sus creadores se marchen lejos portando con ellos todo ese conocimiento valioso. Por eso acaban de crear Vangelis Tech Missions, una asociación que fomenta el envío a Cuba de desarrolladores y expertos en tecnología para dar solidez a proyectos concretos de startups. "Es importante que escalen empujados desde el mismo tejido productivo. Les ofreceremos recursos para que crezcan y generen más recursos. Ahora buscamos captar inversión pública y privada para lanzar una prueba piloto de nuestra propuesta".