Happy Schools intenta frenar la crisis de aprendizaje y bienestar en centros educativos

Happy Schools es un programa de la UNESCO y el movimiento internacional Design for Change persigue la reforma de la educación, "situando la felicidad en el centro de la política y las prácticas educativas para así alcanzar un aprendizaje de mayor calidad"
happy schools

La UNESCO y el movimiento internacional Design for Change (DFC) han desarrollado en los últimos seis meses el programa piloto internacional Happy Schools, con estudiantes de Malasia, Zambia, Emiratos Árabes Unidos, Bután y España. Una iniciativa que ha diseñado y puesto en marcha soluciones creativas para "mejorar el bienestar en las comunidades y construir entornos educativos más felices, inclusivos y humanos". Cada uno de los cinco países participantes adaptó el proyecto a su contexto local, en base a los pilares del enfoque Happy Schools de la UNESCO: personas, procesos, lugares y principios.

“Happy Schools es una vía para abordar la crisis de aprendizaje y bienestar que afecta a un número creciente de sistemas educativos. Nos complace ver que puede contribuir de manera real a mejorar la experiencia y los resultados del aprendizaje, creando entornos educativos más inclusivos, solidarios y alegres, y recuperando una de las funciones esenciales de la escuela: la socialización”, explica Gwang-Chol Chang, jefe de Políticas Educativas en la sede central de la UNESCO.

En España, los pilotos y el proyecto global lo coordinó Design for Change España en los Colegios SEK Ciudalcampo y SEK El Castillo en Madrid, así como el Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Villacañas, en la provincia de Toledo. En estos tres centros, los focos de la acción estudiantil se situaron en promover el bienestar en personas mayores y discapacitadas, y en la activación de una campaña para la toma de conciencia sobre el aumento de residuos sólidos en la escuela.

El impacto de Happy Schools en centros escolares

Happy Schools persigue la reforma transformadora de la educación, "situando la felicidad en el centro de la política y las prácticas educativas para así alcanzar un aprendizaje de mayor calidad". Por su parte, la metodología FIDS (Feel, Imagine, Do, Share por sus siglas en inglés) de Design for Change está presente en más de 70 países y promueve la innovación educativa desde la acción y el protagonismo del alumnado. Desde que llegó a España en 2013, ha formado a 7.000 personas en su metodología, y desarrollado 800 proyectos en los que se ha implicado a 70.000 niños, niñas y jóvenes.

La metodología se activa con un proceso estructurado en cuatro fases: siente, imagina, actúa y comparte, que ayuda a los alumnos a identificar retos en su entorno y aportarles respuestas, al tiempo que desarrollan competencias como la empatía, la creatividad, el trabajo en equipo, el pensamiento crítico y el liderazgo compartido.

“La innovación, en ocasiones, no es más que enfrentarse a una problemática desde otro enfoque o punto de vista. En el caso de este piloto global, el objetivo principal era facilitar el empoderamiento los estudiantes, para que ellos, acompañados y apoyados por sus profesores, crearan soluciones desde su propio enfoque y punto de vista. Se han convertido en agentes de cambio que, siendo conscientes de las problemáticas locales, han obtenido el poder y la voluntad de crear soluciones; esa ha sido la innovación”, explica para InnovaSpain, Carmen Sánchez, decana de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela e investigadora principal del proyecto.

El proyecto piloto nació de la alianza de UNESCO y Design for Change Malasia. Fortaleciendo la autonomía, el sentido de pertenencia y esta felicidad situada en el centro, la propuesta dio un paso más allá de los canales institucionales tradicionales, implicando a los centros escolares, profesorado y alumnado.

Una evaluación continua para favorecer el intercambio

Después, se armó la red de socios nacionales a través de los contactos directos de Design for Change con las escuelas locales, que dio lugar a una alianza internacional. Además, el piloto ha contado con el acompañamiento de la UNESCO como asesora global y con la colaboración de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), que ha liderado la investigación y evaluación de resultados.

Tras estos seis meses de recorrido se ha llevado a cabo una evaluación de la participación de estudiantes y docentes, de su implicación en la toma de decisiones, además del desarrollo del liderazgo estudiantil y la conciencia sobre la necesidad de cambio. El objetivo principal del informe fue analizar cómo estos factores contribuyen a transformar las escuelas en espacios más felices, inclusivos y centrados en el bienestar de la comunidad educativa.

El primer dato que pone de manifiesto la investigación es una clara correlación entre la implicación del estudiante en acciones con impacto positivo en su escuela y comunidad, y el aumento en los niveles de los indicadores de su felicidad. Además, los centros que trabajaron los cuatro pilares de Happy Schools, es decir, los que se implicaron de manera más holística en el cambio, consiguieron también mayores niveles de felicidad.

Escalar para alcanzar una comunidad global

En términos de relaciones interpersonales, mientras los profesores valoraron con un 94% la percepción positiva de dichas relaciones, los estudiantes alcanzaron un 79%. Otros aspectos que destacar del reporte subrayan la necesidad de ambientes más inclusivos, metodologías más motivadoras, adaptadas y participativas, y un bienestar del profesorado como factor clave para avanzar hacia una “escuela más feliz”.

La idea detrás de este piloto era generar una comunidad educativa global que trabaje de acuerdo con los cuatro pilares de Happy Schools, logrando que “las escuelas puedan extender la felicidad a sus entornos locales. Los siguientes pasos son escalar el programa y ampliarlo a otros centros educativos del resto del mundo, incluyendo España”, añade Carmen Sánchez.

Para promover el intercambio de buenas prácticas, el informe se compartirá con todas las escuelas participantes y al resto de la comunidad educativa mundial. Aunque el piloto finalizó el pasado mes de abril, los recursos estarán disponibles para cualquier centro que desee sumarse y aplicar la metodología DFC bajo el marco de Happy Schools.

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