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Esther Rodríguez, cofundadora de My Street Book

Una nueva manera de relacionarnos con el entorno como turistas y como ciudadanos
La emprendedora Esther Rodríguez. Imagen: Raquel López (@sinraquel)
La emprendedora Esther Rodríguez. Imagen: Raquel López (@sinraquel)

Arquitecta de formación, Esther Rodríguez, junto a un grupo experto en teleco, ha investigado en la Universidad Politécnica de Madrid cómo será el aterrizaje de la construcción avanzada, de la Smart City, de los nuevos materiales o de la inteligencia artificial aplicada al urbanismo. Arquitectura e ingeniería con dosis de creatividad, un coctel con muchas recetas que ha estudiado a nivel nacional y también fuera de España. “Buscaba mezclar la experimentación con la racionalidad que exige la ejecución de proyectos de cierta envergadura”, explica Rodríguez.

Con ese bagaje multidisciplinar a sus espaldas, llegó un momento en el que la emprendedora almeriense decidió poner en práctica su propio ingenio con una filosofía muy particular. La idea de My Street Book nace en 2015 de la mano de su socio, Carlos Sánchez, y con un objetivo principal: que ciudadanos y turistas valorasen de forma más completa el entorno urbano y arquitectónico que les rodea. En 2016 van más lejos. “Detectamos que ese vínculo podría ser aún más personal y emotivo, traspasar el ámbito de la arquitectura y ‘conectar’ a residentes y visitantes con los lugares”. Así empiezan a trazar líneas que relacionan emplazamientos, puntos de interés no habituales (además de los ‘típicos’), medios de transporte o eventos culturales en base a los intereses propios de cada turista o ciudadano.

Tras más de dos años de trabajo, My Street Book se prepara para su salida a escena definitiva a falta de cerrar algunos detalles. Un recorrido en el que han formado parte de Andalucía Open Future_, un apoyo valorado por Esther Rodríguez como “fundamental” para establecer alianzas, validar la viabilidad de su propuesta, conectar con potenciales clientes o recibir el asesoramiento y el consejo de mentores especializados. “Es un sistema muy bueno para consolidar la estructura empresarial y saltar al mercado”.

Con varios destinos incorporados, My Street Book ha despertado el interés de usuarios, “que nos piden que nos despleguemos en sus ciudades (en España y fuera)”, pero también de empresas hoteleras, comercios o de las agencias y entidades públicas de varias ciudades que quieren incorporar la inteligencia de la plataforma para definir mejor su oferta. Ahí radica su modelo de negocio. De momento, ofrecerán información de los principales destinos de Andalucía, junto a Madrid y Valencia. Pronto sumarán Galicia, País Vasco y Barcelona, y entre este año y el próximo llegarán a las ciudades europeas de referencia. “Queremos que el producto cree comunidad, que los usuarios compartan experiencias, rutas y lugares”.

My Street Book

Para ‘conocer’ mejor a cada usuario, My Street Book, gracias a un uso sofisticado de la Inteligencia Artificial, hace una radiografía compuesta de distintas piezas. “Además de la demanda directa de cada usuario, analizamos su relación con el exterior y sus actividades en redes sociales; así, sumando las aportaciones de los demás usuarios, aprendemos del conjunto de acciones y ofrecemos un producto cada vez más completo”.

Preguntamos a Rodríguez por el comportamiento de My Street Book ante una hipotética escapada a Roma de fin de semana. El resultado es un plan de viaje a medida y gratuito. “Sólo tendrías que preocuparte de disfrutar porque la app puede analizar tarifas, horarios de apertura y transporte, lugares de interés y planificar el viaje en segundos. Una vez en Roma, My Street Book te guiará permitiéndote descubrir el destino de un modo más interactivo, y dejando sitio a la improvisación (algo que ninguno otro servicio similar ofrece), con lo que el viajero decide si visita o no un lugar, lo que lleva a la app (de nuevo inteligencia artificial) a incorporar lugares nuevos con agilidad”.

Varias derivadas en la industria turística

Con un mercado en constante cambio, en el que gana peso el turista que rechaza los paquetes estandarizados y pretende conectar con los lugares de forma distinta, My Street Book, en palabras de su fundadora, “fomenta el turismo de proximidad, personal y emotivo, en el que los usuarios no tendrán que pasar horas informándose. Ofrecemos autonomía, poder de decisión y, además, queremos acercar la cultura a todo el mundo”.

En el epicentro de esta revolución, las nuevas tecnologías rompen esquemas tradicionales y viajeros más informados y mejor comunicados quieren moverse libremente por los lugares. “La diversificación de los puntos de interés es importante no sólo para el turista, sino también para los promotores que tienen que asumir estos fenómenos como una solución a la turistificación que sufren muchos destinos”, añade.

Esther Rodríguez y su socio, Carlos Sánchez
Esther Rodríguez y su socio, Carlos Sánchez

En paralelo, no hay que dejar en la cuneta al turista tradicional, y en el término medio está la virtud. “La llegada de la tecnología es imparable, pero habría que actuar en dos sentidos: familiarizar con la innovación a los menos habituados y, a su vez, desarrollar tecnologías más cercanas que resuelvan problemas de modo sencillo”. En este sentido, My Street Book es para todos los públicos, e incluye los locales de siempre, rutas accesibles o mercados tradicionales con una usabilidad a prueba de tecnófobos.

A otro nivel, Rodríguez considera que, en este contexto, la Smart City, en su acepción más general, se enfrenta al reto de ofrecer resultados visibles para los ciudadanos. “Hay que promover que la gente entiendan el valor de estas tecnologías para que promuevan iniciativas en su entorno. Que la administración traslade este conocimiento a los ciudadanos es vital para que pasen de ser meros consumidores a tener la capacidad de cambiar las cosas”.

En su experiencia como emprendedora se ha encontrado con círculos en los que la presencia masculina es la predominante. Un déficit de género con una solución que para Rodríguez reside en el fomento de las ventajas de poner en práctica las ideas propias desde las primeras etapas educativas. “Es un error concentrarnos solo en los problemas posteriores sin generar un caldo de cultivo que abogue, sin distinción de género, por los beneficios de llevar a cabo tú proyecto”, concluye.