El fenómeno del emprendimiento, entendido como el inicio de algo nuevo es un concepto global. A todos se nos vienen a la mente imágenes y ejemplos destacados, como el de la pareja formada por Jobs y Wozniak. El asunto viene de antiguo, pero sin remontarnos más allá del siglo pasado podemos encontrar autores relevantes, en diferentes campos, que avalan su importancia. Así, Schumpeter, economista y creador de la teoría del empresario innovador, considera la innovación como la clave el emprendimiento. Pero va más allá indicando que el eje central radica en la capacidad de transformar las innovaciones desde el puro invento hasta el logro de un producto práctico para la sociedad.
A caballo entre el siglo pasado y el presente, Peter Drucker, en el ámbito del management, habló también de la relación entre la innovación y la cultura emprendedora. Un emprendedor busca el cambio, responde a él y explota sus oportunidades.
Pero el espíritu emprendedor no tiene porqué asociarse en exclusiva a la figura de un par de solitarios en un garaje luchando por su idea contra viento y marea. Cada vez más las empresas, las corporaciones, necesitan tener en su ámbito incubadoras que permitan dar rienda suelta al nacimiento de genios emprendedores. El maridaje entre el emprendedor y el empresario es perfecto, porque el primero nace de la genética y la educación, que conforman su personalidad, mientras que el segundo se asienta en su experiencia y en su formación, en las técnicas y estrategias de gestión.
En el ámbito empresarial, aparentemente más encorsetado, también podemos encontrarnos con personas inquietas e innovadoras. Estas pueden ser sujetos a los que se asigne un proyecto o línea de negocio para desarrollar internamente en la compañía, poniéndolo en marcha dentro de la misma: son los intraemprendedores, aquellos que con su carácter dotan a la empresa de un espíritu startup.
El intraemprendimiento, también llamado emprendimiento corporativo ofrece grandes beneficios a cualquier organización. De ahí que cada vez sea más necesario identificar a los intraemprendedores, creando iniciativas que permitan desarrollar intramuros de la empresa marcos de innovación e implantar programas de emprendimiento corporativo que permitan a una empresa mantener o lograr el liderazgo en su sector.
¿Pero cuáles son las claves sobre las que asentar ese vivero de intraemprendimiento en nuestra organización? A continuación, se destacan seis ideas que ayudarán a fomentar ese espíritu intraemprendedor en la organización:
- Estructura horizontal
Frente a jerarquías muy verticales, el intraemprendimiento funciona mejor en estructuras planas por lo que se deberán adoptar grupos de trabajo horizontales. La línea jerárquica tradicional no encaja en esta estructura. Por el contrario, pequeños grupos de trabajo colaborativo en los que no existen jerarquías se ha demostrado que es el modo óptimo de hacer florecer las iniciativas. Puede existir un líder del grupo, pero en ningún caso está institucionalizado al modo clásico.
- Potenciar la creatividad e innovación
Las empresas que fomentan el intraemprendimiento deben generar estímulos para que las personas amplíen y compartan conocimientos, potencien su creatividad y den lugar a la innovación. Para ello, la empresa debe facilitar espacios adecuados diseñados específicamente para trabajar en entornos de aprendizaje disruptivo con el fin de facilitar los procesos de interacción para que las personas puedan alcanzar un fin común. Todo ello combinado con el uso de metodologías innovadoras y participativas (design thinking, visual mapping, inteligencia creativa, world café, metodologías ágiles, mandala, Lego, Canvas, etc.) que permitan potenciar sus resultados.
- Concepto Open Office
Si se pretende lograr un entorno de trabajo colaborativo, los despachos cerrados no favorecen la innovación y el intraemprendimiento. Por el contrario, se deben compartir espacios para favorecer interacciones entre los miembros del grupo.
Las oficinas abiertas permiten trabajar mejor en equipo y conocer a los compañeros. En ellas surgen nuevas ideas y se comparten experiencias. El concepto de Open Office significa también libertad de horarios para la creación, en definitiva, trabajar con libertad de acción. Trabajar también en espacios con zonas al aire libre, donde poder combinar sesiones de trabajo y formativas en espacios cerrados con actividades afterwork y de teambuilding, puede ser tremendamente enriquecedor.
- Cultura del error
En las empresas españolas tradicionales existe la tendencia a penalizar el error de gestión. Cambiar esta concepción es imprescindible si se quiere fomentar el intraemprendimiento corporativo. Aprender de los errores y no castrar las iniciativas de los intraemprendedores conseguirá a la larga grandes resultados.
- Colaboración y diversidad
El espíritu de colaboración es una característica intrínseca de la generación de los llamados millennials, es decir, aquellos que nacieron entre 1980 y 1995. Esta generación encaja muy bien en la cultura intraemprendedora porque prefieren trabajar por proyectos y resultados. Además, se caracterizan por su gran flexibilidad e iniciativa.
Buscar la cooperación entre los mejores profesionales de nuestra empresa, combinando las mejores cualidades de las distintas generaciones junto con talentos externos, pueden llevar al éxito de un proyecto. Crear es importante pero también debemos ser integradores de todo lo mejor que nos pueda ofrecer el mercado.
- Apoyo de gerencia
La dirección o gerencia de la empresa debe respaldar el proyecto, de tal modo que motive al intraemprendedor a realizarlo. Tiene que dotarlo de una validación financiera. El intraemprendedor debe tener la seguridad de que es dueño del proyecto, es decir, no solo que tenga la autonomía suficiente para la puesta en marcha o creación del producto, sino que le permitan participar en el resultado final. Para ello es importante que participe en los beneficios que el nuevo producto pueda generar y que colabore también en su seguimiento y mantenimiento.
En definitiva, las empresas siguen a la búsqueda del talento. Pero ese talento tiene unas connotaciones especiales que pueden convertir a una empresa en un organismo con células autónomas, pero con colaboración entre ellas y en sana competencia, que las puede transformar en empresas con espíritu startup.
Este espíritu no nace de la nada, ni tampoco de la simple concurrencia de los seis aspectos destacados antes. Ese espíritu se puede trabajar y la empresa puede hacer prender en su cultura organizativa la mecha del intraemprendimiento. Se trata de generar un cambio organizativo, que arranca de un conocimiento profundo de la situación de partida, para marcar el rumbo y trazar los hitos intermedios para llegar al destino.