Sillicon Valley serie

Aprenda a hacer mejores preguntas como una startup

Por Marta Domínguez, fundadora de i-Thread Consulting, asesora y consejera de startups y profesora de Innovación en el IE Business School

Imagen: Cartel de Silicon Valley, comedia americana de televisión sobre startups.

La innovación tiene mucho que ver con la incertidumbre y su gestión. Las startups lo saben bien y trabajan de forma ágil. La pregunta que siempre me hacen los directivos de empresa: ¿es aplicable esta estrategia, toda o en parte, a organizaciones maduras, es decir, a empresas? Sería algo pedante sugerir que la empresa debe convertirse en una startup. La empresa tiene una responsabilidad hacia la operación del negocio diferente de la que tiene una startup. Además es innecesario. Pero en cuestión de gestión de incertidumbre, la estrategia ágil de las startups sí podría tener beneficios claros.

Las dolencias del cliente
Cuente las ocasiones en las que la industria y sus empresas han tratado de convertir el móvil en una forma de pago que sustituya las tarjetas de crédito. Probablemente más de una docena en los últimos quince años. ¿Cree que han sabido contestar a la pregunta, “qué tipo de problema de cliente resuelve esta innovación? Si nos situamos en Europa o EEUU la respuesta es ciertamente no. Sin embargo, lo realmente curioso es que hay sitios en África, con teléfonos y realidades distintas a las nuestras, en los que las compañías locales han sabido hacerse la pregunta: el teléfono sirve allí para pagar medicamentos y para adquirir artículos de un catálogo.

Una de las lecciones más útiles que ofrecen las startups es la forma de hacer preguntas. Lo importante, te dirá cualquier buena startup, es fijarse en las dolencias del cliente. La innovación debe orientarse hacia ellas.

Estadísticas de innovación
Las matemáticas no engañan. ¿Hay alguien más haciendo lo mismo que usted? No sólo habrá alguien dedicando tiempo y esfuerzo a una idea revolucionaria parecida. Lo más probable es que haya varios proyectos en paralelo, trabajando de forma independiente. Las estadísticas dan una lección de humildad. Mírelo como unas gafas de visión lateral, que su empresa debe empezar a utilizar.

Mejores preguntas y menos brainstorming
Aunque parezca contrario a la lógica innovadora, usar pocas preguntas, pero adecuadas, es más útil que el brainstorming. Por regla general, una pregunta es buena cuando ayuda a dirigir el esfuerzo hacia aquellas ideas que se aproximan más a lo que el segmento de clientes podría querer. Se trata de jugar con la incertidumbre sobre la demanda futura de un nuevo producto, pero con una estrategia inteligente.

Las startups son hábiles en cuestionarse sobre necesidades diferentes a las ya conocidas. Pero no sirve cualquier cosa, sólo lo relacionado con las dolencias del cliente; porque la salida comercial es el objetivo número uno (igual que en su empresa).

He trabajado asesorando a decenas de startups en los últimos diez años en el desarrollo de sus proyectos. También he estudiado el origen del proceso de innovación en veintenas de ellas. Lo que he visto, me ha permitido encontrar las tres preguntas que aseguran una buena base de oportunidades. Lo normal es que cada startup elija únicamente entre una de ellas. ¿Cómo puedo hacer este producto que existe mejor? ¿Cómo puedo hacer este problema de cliente más fácil? O bien ¿Cómo puedo hacer esta solución más asequible para el cliente?

Ninguna pregunta garantiza ideas revolucionarias en la primera respuesta. Es más, prepárese a que las primeras aportaciones no sean del todo buenas ideas. De lo que sí puede estar tranquilo es que tras ellas surgirán otras más atinadas. Es parte del proceso creativo y requiere cierto entrenamiento.

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