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Andrea Blanco. Cómo llevar la fotónica a otro nivel (y por qué todos nos beneficiaremos de ello)

La investigadora vallisoletana compagina el trabajo en la Universidad de Sydney con sus tareas divulgativas como embajadora de la Optical Society

A lo largo de 12 años, ninguno de sus compañeros de pupitre había nacido fuera de España, quizá por eso siempre tuvo en mente explorar el mundo y conocer nuevas culturas. Y vaya si lo ha cumplido. Son las cinco de la tarde en Sydney, la hora a la que Andrea Blanco suele aprovechar para hablar con su familia en España. Al otro lado del teléfono y del planeta, la investigadora confirma que julio es el mes del año con el clima más desapacible en la ciudad costera. Unos días después viajará a la tórrida España para desempeñar su faceta más divulgadora. “Voy a visitar varios grupos y a charlar con estudiantes de master y doctorado dedicados a la investigación en temas relacionados con la fotónica. Por un lado, les daré charlas técnicas sobre mi investigación, pero también les ofreceré consejo para que puedan desarrollar todo su potencial en sus futuras carreras profesionales”. Lo hará en calidad de OSA Ambassador, “una distinción que entrega la Optical Society y que te convierte en una especie de embajador de la fotónica”.

Vallisoletana del 83, es Ingeniera de Telecomunicaciones por la UVA y se doctoró en la Universidad del País Vasco. Fue también en Euskadi donde pasó una temporada larga trabajando. En Tecnalia, el centro de investigación privada más grande de España y una referencia europea, Blanco empieza a distanciarse de las teleco para abordar las aplicaciones directas de la fotónica. “He de admitir que mi pasión ha sido siempre la física, pero no lo supe hasta bien entrada la carrera”, comenta la investigadora, que en 2014 fue galardonada por la Universidad de Deusto con uno de los premios Ada Byron a la Mujer Tecnóloga.

Aunque Tecnalia era “un sitio magnífico para trabajar”, decide hacer las maletas para especializarse en nanofotónica. Actualmente, en los laboratorios de la Universidad de Sydney estudia aspectos fundamentales de la luz cuando interactúa con nanoestructuras, “lo que tiene aplicaciones en ordenadores cuánticos, láseres y otros sistemas de diagnóstico en medicina, y sí, también redes de telecomunicación más verdes y más rápidas”. El final de su parada en las antípodas, que empezó hace casi cuatro años, no tiene fecha definida por el momento. “Vine con la idea de estar sólo una temporada, pero han surgido oportunidades laborales que no he podido rechazar”.

Investigación puntera

Como explica la investigadora, la fotónica va a jugar un papel importante en las próximas décadas en la resolución de retos importantes como facilitar sistemas de diagnóstico médico baratos y accesibles a todo el mundo o reducir el excesivo consumo de potencia, con las consecuentes emisiones de dióxido de carbono, de las redes de comunicación actuales. Mientras, la fotónica está mucho más presente en nuestro día a día de lo que creemos. “En la fibra óptica, en los dispositivos de imagen médica, en las pantallas de los smarphones o en los escáneres de los aeropuertos…” A la enumeración, Blanco añade que la fotónica está detrás de muchos de los grandes descubrimientos científicos de nuestro tiempo. “Por citar un ejemplo reciente, la observación de las ondas gravitacionales propuestas por Einstein se ha llevado a cabo gracias a un sistema de interferometría óptica”.

La propia Blanco ha protagonizado uno de estos hallazgos. “Una de las líneas en la que estoy centrada tiene que ver con un tipo de pulso de luz que no se dispersa, que contiene mucha energía y mantiene su forma incluso después de largas distancias de propagación. Lo descubrí hace un par de años en mi laboratorio, por una mezcla de serendipia y análisis exhaustivo, y los llamé pure-quartic solitons, dado que surgen de algo llamado dispersión de cuarto orden”.

Poco después, la investigadora obtuvo dos becas “importantes” para seguir investigando los aspectos más fundamentales y las aplicaciones de estos pulsos. “Ahora mismo estoy intentando construir láseres que emitan este tipo de pulsos pero con duraciones ultracortas (~10-15 segundos) y alta energía. Esto podría revolucionar campos como la cirugía laser o sistemas de diagnóstico médico como la Tomografía Óptica Coherente”, añade Blanco.

La otra vía que está explorando está vinculada a la propagación de estados cuánticos. “La criptografía cuántica o los ordenadores cuánticos están en boca de todos por las transformaciones sociales que estas tecnologías pueden desencadenar”. Un punto de partida sobre el que Andrea Blanco prefiere mostrarse prudente. “La gran dificultad a la que se enfrentan estos desarrollos es la escalabilidad; es decir, podemos construir un ordenador cuántico de unos pocos qubits, pero pasar a sistemas con la verdadera capacidad de resolver problemas importantes es algo que aún no está resuelto”. Es ahí donde entra en juego su experiencia. “El problema fundamental pasa porque las partículas de comportamiento cuántico; ya sean fotones, átomos fríos o iones atrapados, son susceptibles a imperfecciones de fabricación, cambios de temperatura, etc. Yo estoy trabajando en transportar estas partículas de una forma mucho más robusta a alteraciones de ese tipo”, explica.

La vida en Australia. España y la precariedad. Mujeres STEAM

Su rutina laboral diaria consiste en “lidiar con los emails durante la primera hora de la jornada y después bajar al laboratorio a ayudar a los estudiantes y postdocs en sus experimentos”. El fin de semana es para las “increíbles” playas de Sydey, jugar al tenis, conocer nuevos restaurantes… “Pese a que en España les llevamos ventaja en lo que tiene que ver con la red de apoyo social y familiar”, admite que algo que le gusta de Australia es lo bien que combinan una economía “bastante competitiva con un estilo de vida relativamente relajado”. “También me atrae lo claro que tienen que el progreso científico y tecnológico es muy importante para mantener esa economía y ese nivel de vida”.

Reconoce que echa “muchísimo” de menos España, y que le encantaría volver en un futuro, pero que hasta ahora no se lo están poniendo fácil. “No se puede hacer investigación fundamental puntera sin inversión importante y estable; y de momento no parece que ningún gobierno o partido político tenga este apartado entre sus prioridades”. Dice que cuando habla con otros investigadores sobre la posibilidad de regresar a centros españoles, surge un argumento recurrente. “Lo mejor es conseguir una beca del European Research Council. O lo que es lo mismo, si te traes tu propia financiación de fuera, que cubra tu sueldo y tus necesidades de equipamiento, no hay problema encontrar empleo en estos centros. Estas becas tienen una duración de 5 años pero, ¿qué ocurre después? Es imposible construir una base fuerte de investigación con esa precariedad”.

Sobre la brecha de género en el ámbito STEAM, considera se está cerrando a un ritmo mucho más lento del que debería. “En STEAM es especialmente descorazonador el reducido numero de mujeres en los puestos de mayor responsabilidad como profesores de universidad o directivos de empresas tecnológicas, sobre todo comparado con porcentajes de presencia mucho mayores en los niveles iniciales”, señala Blanco.

En su opinión, son muchos los factores que explican esta situación. “Uno de los más importantes es que las responsabilidades familiares, principalmente el cuidado de los hijos, aún recaen de manera mucho más fuerte en la mujer, y estas responsabilidades llegan, a menudo, en el periodo de mayor productividad. Deberíamos trabajar en aumentar el soporte social e institucional para evitar desperdiciar el talento de la mitad de la sociedad”, concluye Andrea Blanco, que con motivo del Día Internacional de la Mujer, plasmó sus reflexiones sobre esta problemática en el Blog de la OSA (puedes leer aquí su post).