Cerca de la casa-taller de Ana Tenorio en Marcosende (Pontevedra) hay un molino de dos pisos (y pórtico) que también funcionó como vivienda. Una rareza enclavada en el ambiente húmedo de los helechos gigantes, del musgo que todo lo invade. Espacios de luminosidad sombría “confortables y a la vez sobrecogedores que me hicieron sentir cosas muy especiales desde que era niña”. La artista se propuso devolver a estos rincones parte “de los muchos momentos mágicos” que le dieron con su obra O bosque interior, un juego de café que invita a reflexionar sobre la interacción con la naturaleza. Pero los paisajes se empeñan en ser generosos, y este trabajo le ha valido el Premio Artesanía de Galicia 2018.
Para llegar hasta este punto de inflexión hay que echar la vista atrás. Su primera aproximación “seria” a la artesanía se produce en un taller de Sabarís, cerca de Bayona, donde con 14 años intenta cocer algunas piezas cerámicas sin éxito. “Me faltaban conocimientos técnicos”. Tenorio estudia Bellas Artes. Como alumna de la segunda promoción de esta disciplina en la Universidad de Pontevedra pronto percibe que el barro no tiene el estatus que merece, algo que “afortunadamente” hoy ha cambiado. “Se utilizaba para generar otras piezas, pero no como pieza final. Ni siquiera teníamos un horno”, apunta la artesana, que opta entonces por otros materiales y disciplinas como la pintura o el vídeo-arte.
Tras este crisol artístico, un paréntesis creativo y la maternidad, hasta que siete años atrás algo volvió a removerla, “a hacer que quisiera tocar otra vez el material”. Las conversaciones con la profesora Emilia Guimerans le dan un nuevo impulso para volver a crear, “en principio sin ninguna pretensión”. Sin embargo, esa ola de motivación es de efecto dominó. “En 2016 detecté un espacio creativo propio en la mezcla de pintura y la cerámica, donde el material actúa casi como un lienzo”. En enero, con Witchneeds como nombre comercial, da el paso definitivo que la ha llevado hasta el reciente galardón. “Encontré la línea que quería y me dije: a por todas”.
Su trabajo es la antítesis de la producción en serie. En una suerte de arte cerámico-pictórico extremo, ni siquiera emplea moldes. Para explicar este modus operandi, Tenorio vuelve al bosque, “donde todos los elementos están desordenados y sin embargo transmiten armonía; con el juego de café me propuse rizar el rizo y crear un conjunto con sentido y conexión”. Trabajo manual y piezas únicas e imperfectas, que desprenden calor precisamente por esta génesis emocional que abraza la tradición japonesa. “Las obras tienen que ser una extensión personal, fruto de un momento concreto. No creo en el continuismo estilístico, pero sí en reconocer en cada pieza algo de mí. Son como mis hijos, puedo verlos crecer”, añade Tenorio.
En la aleación de funcionalidad y emotividad, Tenorio ha querido ir más lejos con O bosque interior, que aglutina la filosofía que la movió a reactivarse años atrás. “He querido llevar el bosque al hogar para convertir la cotidianeidad de tomarse un café en un acto ecológico. Tomarlo no en cualquier taza, sacralizar el momento. Que sean los momentos los que se impongan en un tiempo en el que todo son prisas. Tenemos que ser conscientes de que necesitamos pararnos a pensar y valorar lo que nos rodea. ¿Sabemos cuál es el valor de un árbol? Nos hemos dejado llevar y hemos perdido el contacto con la materia, con la tierra que nos hace humanos”.
Recibe con gratitud el reconocimiento y lo enmarca en un resurgir del trabajo manual, que no cesa de ganar nuevos adeptos de todas las edades. “Hay una especie de efecto contagio muy positivo. Cuando estaba en la facultad nos sentíamos como bichos raros. No puedo ni quiero compararme con las grandes marcas porque mi manera de trabajar no tiene cabida en ese circuito. Decidí apostar por todo lo contrario. Quiero provocar un disfrute con lo utilitario similar al que nos produce plantarnos ante una pintura o una escultura”.
Tenorio, que dispone de tienda online, trabaja además para chefs como Pepe Solla y agradece el apoyo promocional que recibe de Artesanía de Galicia. “Nos mueven en distintas ferias y eventos, nos aportan visibilidad, hacen que los artesanos nos conozcamos entre nosotros…”. Ahora, aunque lleva unos días “en una nube”, está lista para ponerse manos a la obra con más ímpetu que nunca. Es posible que el paisaje decida cuál es el siguiente paso.