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La UAH analiza las tareas pendientes y el terreno ganado en la pelea contra la desigualdad de género en el mercado laboral

Las investigadoras Inmaculada Cebrián y Gloria Moreno concluyen que aunque la educación mejora el estatus de las más jóvenes, “el techo de cristal sigue ahí”
Las investigadoras Inmaculada Cebrián (izqda.) y Gloria Moreno.

Las brechas de género en el mercado laboral están directamente relacionadas con la desigualdad de reparto de las responsabilidades familiares. Así lo determina un estudio realizado por las investigadoras del departamento de Economía de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), Inmaculada Cebrián y Gloria Moreno.

Publicado por Funcas (en el monográfico de la revista ‘Panorama social’ sobre ‘Brechas de género’), el documento indica también que las mujeres jóvenes siguen renunciando a la promoción en el trabajo cuando son madres.

Las investigadoras explican que, pese a que la participación femenina en el mercado laboral ha avanzado mucho en los últimos años “y, de hecho, entre los menores de 30 años, la tasa de actividad es similar entre hombres y mujeres” a partir de los 30, la brecha se incrementa hasta el 12% de media. “A medida que la edad de las mujeres aumenta, la brecha es mucho mayor”.

Según las investigadoras, “cuando las mujeres trabajan lo hacen en unos puestos distintos de los que ocupan los hombres, con mayores tasas de empleo a tiempo parcial y concentrándose en determinados sectores económicos y ocupaciones. Y todo ello contribuye a que los salarios medios de las mujeres sean inferiores a los de los hombres”.

Basado en datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) para el periodo comprendido entre 2005 y 2017, el estudio concluye que al llegar a la maternidad muchas mujeres buscan empleos con la suficiente flexibilidad para compatibilizar familia y trabajo, “dando lugar a una segregación ocupacional que concentra a las mujeres en puestos de salarios más bajos. Por otro lado, las mujeres acumulan menor experiencia laboral a lo largo de su vida activa, trabajando menos horas o interrumpiendo su participación laboral, lo que supone una depreciación y una menor acumulación de capital humano que se traduce en una penalización salarial”.

BROTES VERDES

En el plano positivo, el estudio determina que hay menos renuncias al trabajo en la etapa de maternidad y en etapas de crisis. “Hay un factor fundamental: el mayor nivel educativo de las mujeres más jóvenes frente al de las generaciones más mayores. Los datos del Ministerio de Educación muestran que en la actualidad las mujeres son mayoría tanto entre los estudiantes matriculados en grados y masters como en los egresados. La mayor presencia de mujeres en el sistema educativo conlleva una mayor inversión en capital humano que las mujeres tratan de rentabilizar en el desempeño de un trabajo remunerado. Para las que han invertido en su formación, permanecer en el hogar y renunciar a un salario de mercado deja de ser una alternativa. Por este motivo la trayectoria ‘natural’ de las mujeres más formadas es la de acceder y permanecer en el mercado laboral a lo largo de su vida activa, frente al modelo ‘tradicional’, en el que la llegada de los hijos apartaba a las mujeres del mundo del trabajo”, explican Cebrián y Moreno.

Sin embargo, advierten que el proceso de incorporación al mercado laboral ha venido acompañado del descenso en el número medio de hijos y del retraso en la edad a la que se tienen estos hijos así como en la renuncia a la maternidad por parte de algunas mujeres.

“Es cierto que la tasa de actividad de las mujeres con hijos pequeños ha crecido y se ha mantenido incluso durante los años de la crisis económica, pero está aún por debajo de la de las mujeres que no tienen hijos, diferencia que no se aprecia entre los hombres porque para ellos tener o no tener hijos no modifica su presencia en el mercado laboral”.

SOLUCIONES

Para mitigar la brecha en el mercado laboral, las investigadoras proponen el desarrollo de políticas sociales y laborales centradas tanto en el fomento del empleo y la igualdad, como en la conciliación de la vida familiar y laboral.

“No se trata tan solo de que haya más mujeres trabajando, hay que lograr que no sea a costa de segregar el mercado generando empleos femeninos con peor remuneración y peores condiciones de trabajo que los hombres, ni a costa de la renuncia a la maternidad. La educación en igualdad y corresponsabilidad es también muy necesaria. Hay que fomentar la educación paritaria y disminuir la segregación en las carreras profesionales, en todos los niveles educativos incluyendo la universidad”, añaden.

En cuanto a si las política de cuotas están contribuyendo a revertir la situación, opinan que, por el momento, no han servido para mucho. “El ‘techo de cristal’ sigue ahí, poniendo límites al avance de las mujeres en la escala profesional. Entre otras cosas porque además de ser un sistema que sólo se exige, por ley, en las empresas más grandes, no existe un régimen que penalice a las empresas que no lo cumplan, motivos que algunas expertas consideran claves para explicar la escasa incidencia que tiene el sistema de cuotas en España”.

Y concluyen con una evidencia: que incrementar y mejorar la participación laboral femenina tendría efectos beneficiosos “tanto para las mujeres, como para la sociedad en su conjunto”.