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Iproteos: Ciencia al servicio del paciente

Teresa Tarragó, bioquímica, cofundadora de Iproteos

La esquizofrenia afecta a 45 millones de personas en todo el mundo. Quienes la padecen sufren alteración del habla, pensamiento y comportamiento, alucinaciones, delirios,  (conocidos como síntomas positivos), apatía e incapacidad de disfrutar (síntomas negativos).

Hay además otros síntomas cognitivos, como disminución de la atención selectiva, dificultad al procesar la información social y emocional y fallo de la memoria de trabajo. En la actualidad solo los síntomas positivos tienen tratamiento farmacológico.

El déficit cognitivo, que afecta al 75% de las personas con esquizofrenia y que no tienen tratamiento, dificulta las actividades de la vida cotidiana. El 90% de quienes padecen esquizofrenia no tienen trabajo. Por este motivo, como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta patología, que afecta al 1% de la población, está entre las más incapacitantes.

En diciembre pasado, la empresa biotecnológica Iproteos dio con una molécula que puede hacer que esto cambie. El trabajo lo desarrollaron junto con el Grupo de Neuropsicofarmacología de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), perteneciente al Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), y el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB). Lo publicaron en el “European Neuropsychopharmacology”.

En su trabajo demostraban la eficacia de un nuevo compuesto, el IPR19, para revertir el déficit cognitivo asociado a esquizofrenia en modelos de ratón. Al frente de Iproteos está Teresa Tarragó (Corbera del Ebro, Tarragona 1974). Esta biológa molecular en 2011 dejó la investigación para crear esta spin-off del IRB y de la Universidad de Barcelona.

Iproteos nació de las investigaciones del Laboratorio de Péptidos y Proteínas del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona). Y se ha especializado en fármacos para enfermedades del sistema nervioso. Su ventaja competitiva como empresa consiste en disponer de tecnología propia para obtener nuevos fármacos dirigidos a dianas difíciles.

«Queríamos que la tecnología desarrollada en el laboratorio pudiera llegar al mercado, ofrecer soluciones a los problemas de los pacientes, y que no acabara solamente en una publicación científica», señala Tarradó.

El primer paso, conseguir la financiación necesaria, que al principio llego de la inversión de amigos y familiares. En 2014 recurrieron al miocromecenazgo por acciones. Fue la primera empresa biotecnológica española en lanzar una campaña de crowdfunding. Y lograron 100.000 euros, “lo suficiente para darnos a conocer”, apunta.

Después llegó la financiación pública del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea. El año pasado, Iproteos cerró una ronda de financiación de 1,5 millones de euros, liderada por Caixa Capital Risc  , en la que participaron Kinled Holding Ascil Biopharm.

IPR-19 es “uno de los pocos compuestos que se están desarrollando en todo el mundo para detener y revertir el deterioro cognitivo causado por la esquizofrenia”. Es un péptidomimético. Con este nombre se conoce a los péptidos sintetizados en el laboratorio, la fuente de muchos de los fármacos actuales.

Los péptidos son proteínas de pequeño tamaño que se producen de manera natural, por ejemplo los antibióticos de amplio espectro. Su pequeño tamaño permite que lleguen al interior de las células, donde suelen estar la mayoría de las dianas terapéuticas.

Precisamente por su pequeño tamaño, IPR-19 tiene otra ventaja muy interesante: es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica que aísla y protege al cerebro de sustancias extrañas. Muy pocos fármacos logran atravesarla, de ahí la dificultad para tratar algunos síntomas de enfermedades como la esquizofrenia.

Que IPR-19 pueda llegar al cerebro permitiría tratar los déficits en el aprendizaje ocasionados por la esquizofrenia y mejorar la cognición, destaca Teresa Tarragó.

Este péptido está ahora en fase preclínica, con estudios de toxicidad en animales para ver su repercusión sobre el organismo. Una vez demostrada su seguridad, la Agencia Europea del Medicamento permite pruebas en humanos en fase 1. Está previsto que IPR-19 empieza esta fase el año próximo.

El objetivo es llegar a la fase 2ª de ensayo clínico, prevista para 2019, donde se probará la eficacia con enfermos de esquizofrenia. Para abordarla “tendremos que recurrir a nueva ronda de financiación”, explica Tarregó.

En este punto, el fármaco empieza a ser interesante para las multinacionales, que desarrollan ensayos clínicos a gran escala, con un número mucho mayor de pacientes y, finalmente, comercializan la molécula. Ya había varias compañías interesadas.

Iproteos desarrolla además compuestos para para el cáncer infantil y la epilepsia.

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