Hay que concienciar a las personas sobre las posibles amenazas de Internet. O al menos esta es una de las conclusiones a las que ha llegado CPP España en su estudio ‘La percepción del consumidor español ante la seguridad de su identidad digital’, donde han analizado cómo utilizan los usuarios de nuestro país sus datos más personales. Y según Estela Hernández, directora de Marketing de CPP para el Sur de Europa, "los resultados son preocupantes”.
El informe ha recogido varias claves que pueden esclarecer el porqué de la subida de los ciberataques en nuestro país. Por ejemplo: es obvio que las personas nacidas antes del año 1946 utilizan menos las nuevas tecnologías que la Generación Z (nacidos a partir del 2001). Sin embargo, si hablamos del nivel de preocupación por el uso de nuestros datos personales, de entre todas las edades encuestadas la que menos se preocupa es la Generación Z, la que se supone que debería estar más concienciada con la ciberseguridad. Estos “nativos digitales”, además de liderar a las generaciones en cuanto al uso de la red, también son los que más datos personales suben a Internet.
Pero, ¿qué son los datos personales para los españoles? En primer lugar, el DNI; en segundo lugar, la información bancaria; y en tercer lugar, las contraseñas de acceso a servicios de Internet. Y, por otro lado, en la última posición, las fotografías, ya que solo un 55% de los encuestados considera que las imágenes personales, perfiles en redes sociales y demás son datos personales reales. “Se supone que tenemos que tener confianza en una compañía que nos asegura que nuestra información está protegida, pero si agregas a un nuevo contacto en WhatsApp, Facebook te sugiere inmediatamente que la misma debería ser ‘tu amiga’. El Big Data, aunque no lo creamos, está interconectado, y la mezcla puede ser brutal para la defensa de nuestros datos”, explica Paloma Llaneza, presidenta de la Sección TIC del Colegio de Abogados de Madrid, en el debate que siguió a la presentación del estudio.
Sin protección y sin concienciación llegan los ataques cibernéticos. Desde el año 2011, la tasa de ciberdelitos ha crecido un 214%, la mayoría relacionados con estafas y, otra vez, la Generación Z vuelve a liderar en el porcentaje de encuestados que nunca actualizan ni revisan la configuración de seguridad de sus redes sociales, que no conocen la política de privacidad de sus perfiles, o que no sabrían cómo actuar ante un robo de datos. “Los cibercriminales pueden estafar con cualquier dato que encuentren”, asegura José Rodríguez Fuentes, jefe de Sección de Fraude Financiero en la UDEF (Cuerpo Nacional de Policía), también presente en el acto. “Adaptamos medidas de seguridad, pero el malware no lo borramos; nos conectamos a Internet, a cualquier wifi, pero no cerramos la conexión; tenemos una sola contraseña para todas las páginas o servicios que utilizamos, sin pensar que como los ciberdelicuentes entren en uno solo de ellos pueden entrar en los demás. Sin duda, gran parte de la culpa de estos ciberataques es de la sociedad. No estamos concienciados del gran problema que supone”, afirma.
Blanqueo, comisiones de delito, robos de identidad, virus. Todo ello puede entrar a nuestros dispositivos por la clara falta de visión sobre un problema nacional e internacional. “Somos una sociedad adolescente a la que no le importa proporcionar datos si podemos disfrutar con una aplicación. Se nos olvida todo lo que nos puede ocurrir”, subraya Llaneza, que sentencia: “jugamos con la tecnología, pero la tecnología juega con nosotros”.
Antonio Ramos, reconocido hacker, presentador de Mundo Hacker y profesor de seguridad informática en varias universidades, cree que, al tener una percepción física de lo que nos puede pasar, no tomamos conciencia sobre el problema. En el debate ha puesto un ejemplo sobre la poca información que tenemos, no solo los usuarios, sino las grandes instituciones. En el año 2006, Estonia cambió una estatua de Stalin de lugar, y algunos cibercriminales decidieron que "no era lo correcto", por lo que había que castigar al país. Durante una semana entera, colapsaron Estonia. Todos los bancos, industrias, compañías o aeropuertos no podían acceder a sus datos, por lo que la economía se resintió de una manera terrible. Otro ejemplo: en el año 2013, varios hackers atacaron a la banca portuguesa, con unas consecuencias económicas irremediables para algunas pequeñas y medianas empresas.
"Cada día aumentan más los problemas en ciberseguridad, y para las pymes es crucial: una gran empresa puede permitirse, en cierto modo, que le roben; una empresa mediana, o pequeña, no", subraya Manuel Huerta, CEO de Lazarus. "Si el 95% de las pymes cayeran, todo el sistema se vendría abajo", enfatiza. En la misma línea, Ramos asegura que “el día que todo esto colapse, volveremos a la Prehistoria”. ¿La solución? Educar y concienciar a la población española.