Un método de lectura sencillo, rápido y económico que permite la detección in vitro de material biológico. Ésta es la carta de presentación del biosensor óptico desarrollado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) que podría ayudar en el diagnóstico de la enfermedad del ojo seco. Para ello emplea una tecnología ya patentada que podría aplicarse a otras enfermedades e incluso extenderse a otros ámbitos como la agricultura y la alimentación.
En concreto, los investigadores han desarrollado un dispositivo óptico de lectura y su gran avance reside en su capacidad para detectar in vitro concentraciones muy pequeñas de material biológico de manera rápida y económica. Precisamente, la detección precoz del ojo seco es uno de los campos de batalla en el ámbito de la oftalmología, ya que en los últimos años, ha aumentado mucho la prevalencia de este trastorno. Algunos de sus síntomas más apreciables son la irritación del ojo, rojez y fatiga y pueden causar, en los estadios más severos, derrame de la retina y pérdida de la visión. Sin embargo, estos indicios pueden confundirse con otras dolencias.
El ojo seco se manifiesta en la composición de la lágrima, haciendo que concentraciones de determinadas proteínas varíen. Y ahí es donde reside la mayor aportación del nuevo biomarcador desarrollado por los investigadores de la UPM. Es capaz de detectar in vitro pequeñas concentraciones, en el rango de los nanogramos por mililitro, de determinado material biológico. Lo hace tal y como hacen los análisis de laboratorios profesionales para detectar enfermedades de este tipo, pero como se trata de un dispositivo portátil y su manejo es más fácil, también se reducen los tiempos de espera.
El método de lectura que este dispositivo utiliza está basado en el cambio de propiedades ópticas de los sensores cuando se les añade material biológico, de modo que tan solo monitorizando la respuesta espectral de la luz reflejada se puede determinar la cantidad de moléculas biológicas existentes en la superficie.
Otros usos
Actualmente, el grupo se encuentra trabajando con dos biomarcadores más para la enfermedad del ojo seco y esperan obtener los mismos resultados favorables que han logrado hasta ahora, pudiendo integrar todos en un mismo biosensor y contar en un futuro con un kit de diagnóstico para el ojo seco. Además, según ha explicado la investigadora Beatriz Santamaría, “esta tecnología es muy versátil y podría emplearse también para otros diagnósticos en diferentes muestras, como sangre, urea, saliva…, y no solo en el ámbito médico sino en otros campos como el de la agricultura, o el de la alimentación”.