Ofrecer microcréditos u otros productos microfinancieros con el fin de aumentar la rentabilidad de las instituciones bancarias, sin importar si las personas tienen capacidad de endeudarse y obviando los fines para los que fueron creados –promover el emprendimiento y los proyectos productivos– puede convertirse en el caldo de cultivo de una crisis microfinanciera.
Esta es una de las conclusiones a las que llegó Natalia Ramírez Virviescas, magíster en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional (UN) de Colombia, a partir de la investigación que ha realizado para su tesis.
La investigadora habla sobre un posible proceso de “financiarización”, término en construcción en el mundo que se refiere a la expansión de los servicios financieros con la intención de aumentar la rentabilidad, pero que desencadenan crisis financieras a gran escala, debido a que se corren mayores riesgos.
“Cuando hablamos de financiarización de las microfinanzas estamos hablando de la pérdida de los principios fundamentales que rodeaban este concepto”, ha señalado la investigadora. “Se pierde el deber de acompañar proyectos productivos, de brindar un apoyo a emprendimientos y solo se busca ampliar la cobertura de servicios financieros de bajo monto para las personas de escasos recursos”.
Advierte que de esta manera se brindan créditos con un altísimo riesgo a tasas muy altas y después se llevan a cabo prácticas de cobranza que arrastran a las personas hacia una crisis económica.
Para identificar estos malos hábitos en las microfinanzas del sector rural colombiano, la investigadora ha analizado las estadísticas y los estudios disponibles, revisando variables como los índices de bancarización y las tasas de interés de las instituciones que ofrecen microcréditos al sector rural.
Además ha llevado a cabo una encuesta sobre uso de productos y servicios microfinancieros en zonas rurales, realizada a 222 personas mayores de 18 años de veredas y cabeceras municipales de Moniquirá, Motavita, Nuevo Colón, Oicatá, Paipa y Villa de Leyva, en Boyacá, y Simacota, en Santander.
PREOCUPACIONES DETECTADAS
Aunque la investigadora es clara al afirmar que en Colombia no existe en la actualidad una crisis microfinanciera, considera que sí existen señales de alarma que indican que el Gobierno debe estar más atento a la expansión generalizada de los servicios microfinancieros, en especial en los sectores rurales.
Y es que estos créditos también se están destinando para consumo, cuando su finalidad debería estar limitada a emprendimientos e iniciativas productivas.
Por otra parte, la investigación ha detectado que en los municipios rurales estudiados se está recurriendo a prácticas de cobranza inadecuadas, que llevan a que las personas tomen un crédito nuevo para pagar uno previo.
Las consecuencias de una posible crisis microfinanciera no son solo económicas, sino también sociales. Fenómenos como el sobreendeudamiento se pueden convertir en la causa de la profundización de la pobreza de una población que desde un principio no contaba con una sólida estabilidad económica y que pierde sus pocos bienes con el pago de créditos.
Ante las preocupaciones detectadas en el estudio, la investigadora llama la atención a la Superintendencia Financiera de Colombia para que preste vigilancia. Además considera que se debe promover una legislación que defina claramente la figura del microcrédito y sus condiciones, ya que hoy se permite cobrar tasas de interés más elevadas en estos créditos, no solo por su riesgo sino porque se supone que se deben complementar con una metodología de acompañamiento.